La moda de olvidar crisis

Mientras ya nadie parece acordarse de las niñas nigerianas de #BringBackOurGirls, la campaña #Kony2012 anuncia su muerte casi definitiva

La moda de olvidar crisis reuters

EDUARDO S. MOLANO

El caso despertó la furia de las redes sociales, quienes, a golpe de «hashtag», decidieron actuar. Tres años atrás, #Kony2012, una campaña viral lanzada de forma simplista y próxima al videoclip para adolescentes, pedía la cabeza de Joseph Kony, líder del grupo rebelde ugandés Ejército de Resistencia del Señor (LRA).

Sin embargo, pasada esta moda fugaz, nadie parece acordarse de Kony, a quien, por cierto, las últimas informaciones de inteligencia sitúan en la frontera entre Sudán del Sur y República Centroafricana, no en Uganda como se hartó en mostrar #Kony2012.

Tampoco nadie parece recordar a la organización que promulgó esta campaña, Invisible Children. Recientemente la ONG anunciaba que la falta de fondos le obliga a cerrar sus oficinas en Estados Unidos, por lo que ahora se centrarían en programas esenciales en el terreno. Un eufemismo que servía para confirmar la muerte de un proyecto perdido entre excesos mediáticos.

«La verdadera medida del éxito de esta campaña es si las vidas de las personas están cada vez mejor en el terreno», reconocía Ben Keesey, presidente ejecutivo de Invisible Children, cuando se cumplía el primer aniversario del lanzamiento del vídeo. Sobre el papel, esto es complicado de analizar.

Pese a que Caesar Achellam, uno de los principales comandantes del grupo, era capturado en mayo de 2012 y el «brigada Binani», miembro de la guardia personal de Kony, asesinado a comienzos de 2013, la creciente militarización de la región no contribuye al beneplácito civil.

«Se tergiversó el conflicto. El LRA no se encuentra activo en nuestra región (Uganda). En aquel momento, era empuñar el fusil o morir. Ahora ya no», destacaba recientemente a ABC Moses Rubangangeyo. Sabe de lo que habla. El 22 agosto de 1996, este joven ugandés fue secuestrado en su escuela de las afueras de Gulu por una decena de miembros del LRA. Tenía solo 16 años. Durante los ocho siguientes, viviría cautivo del grupo armado, convirtiéndose en uno de sus principales comandantes y viajando a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, región —junto a República Centroafricana— donde vive el actual conflicto.

Un caso que recuerda al de las niñas nigerianas de Chibok.

Nueve meses de secuestros

El pasado 14 de abril, miembros del grupo islamista Boko Haram atacaban un internado femenino de Chibok, en el Estado norteño de Borno. Más de 200 niñas fueron secuestradas ese día. Asabe Kwambura era la directora del centro.

«Desde entonces la escuela se encuentra cerrada», señalaba a ABC la profesora en conversación telefónica cuando se cumplían 100 días del secuestro. «En estos meses no se ha producido ningún progreso. Las familias no saben nada. Estamos como al principio», reconocía la nigeriana, todavía abrumada por el recuerdo.

Algunos posaron con el «hashtag» en su red social favorita. Otros, incluso, tiraron mercadotecnia para denunciar el caso.

Entonces, nadie quería estar al margen del asunto, desde la primera dama estadounidense, Michelle Obama, hasta la joven activista paquistaní Malala Yousafzai, reciente Nobel de la Paz. Y ahora, pasado el tema ya de moda, la gran mayoría ha decidido mirar hacia adelante.

Casi nueve después del secuestro, poco o nada ya queda de la masiva campaña internacional que, bajo el lema «Bring back our girls» , recorriera medio mundo. No obstante, el tiempo ha reflejado la escasez de sus logros.

A la hora de comprobar lo pendular de estas campañas, el caso de Somalia es especialmente representativo. En verano de 2011, tras ser declarada la situación de hambruna en la región, Naciones Unidas recaudó cerca de 870 millones (de los mil requeridos para paliar el hambre). Sin embargo, apagados los flashes, en 2012 tan solo se cubrieron el 52% de los 1.100 millones aconsejados, mientras que en este ejercicio solo es el 31% por ciento.

La crisis no ha desaparecido, las denuncias sociales, sí.

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