Los republicanos moderan su política al hacerse con el control del Congreso de EE.UU.

El partido conservador quiere alejarse de la imagen del bloqueo legislativo de los últimos años y demostrar, con miras a 2016, que es capaz de gobernar

Los republicanos moderan su política al hacerse con el control del Congreso de EE.UU. afp

javier ansorena

Este martes celebra su primera sesión de 2015 el Congreso de Estados Unidos, en el que el partido republicano estrena su dominio tras las elecciones legislativas del pasado noviembre. Los conservadores han reforzado su mayoría en la Cámara de Representantes -246 escaños, el mayor número desde la Gran Depresión- y han recuperado el control del Senado, con 54 de los 100 legisladores de su partido.

Los republicanos consiguieron lo que pidieron a su electorado en otoño: una posición de fuerza para contener -y deshacer- políticas del presidente Barack Obama en áreas como inmigración , cobertura sanitaria o las relaciones con Cuba y avanzar en otras, como la expansión de proyectos energéticos.

Pero, al mismo tiempo, los republicanos necesitan mostrarse como un partido capaz de gobernar y de avanzar legislación. La imagen de los conservadores lastrados por divisiones internas y dedicados al bloqueo legislativo durante los dos últimos años -con capítulos todavía sonrojantes para algunos de sus miembros como el cierre gubernamental de octubre de 2013- quiere cambiarse por la de un partido capaz de someter a Obama en cuestiones clave y de encontrar apoyos en la facción demócrata.

«Los estadounidenses quieren que nos fijemos en lo que podemos estar de acuerdo y conseguir progresos para este país», explicó domingo Mitch McConnell , nuevo líder de la mayoría republicana en el Senado, en la CNN.

«Debemos gobernar de forma responsable»

También apostaba por la moderación otro histórico republicano, el senador John McCain . «Creo que la mayoría de los republicanos reconocen que debemos gobernar con responsabilidad», dijo a «The Washington Post».

Estas declaraciones se entienden mejor si se mira al otro bando: ni Obama ni los demócratas están desprovistos de fuerza. Por un lado, al presidente le asiste el derecho a veto a cualquier ley que le envíe el Congreso, y ya ha dejado claro que no dudará en ejercerlo para cuestiones básicas de su mandato, como la defensa de la reforma sanitaria o su plan de regularización de inmigrantes. Sin embargo, ha dicho que buscará llegar acuerdos en algunas áreas, como los tratados de libre comercio, la reforma fiscal o el aumento del gasto en infraestructuras. Estas intenciones se miran de reojo desde el bando republicano.

«Asegurar de repente que quieres colaborar con los miembros del Congreso después de ignorarlos durante años es absurdo», dijo Kevin Smith, portavoz del líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner.

Dentro del Congreso, los legisladores demócratas también tendrán sus armas. Aunque la «marea» republicana de noviembre dio un vuelco a la composición del Senado, la mayoría conservadora de 54 miembrosno es suficiente para evitar algunos obstáculos legislativos. Por ejemplo, se necesitan 60 votos para tumbar un «filibuster» o táctica obstruccionista que impide avanzar una ley en la Cámara Alta. Además, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado los demócratas tendrán una carta a su favor: los republicanos necesitarán su ayuda para conseguir las mayorías de dos tercios de legisladores necesarias para sobreponerse a un veto presidencial.

«Adultos serios al mando»

«Aquí hay adultos serios al mando y nuestra intención es progresar», dijo McConnell recientemente a AP, en un intento de alejarse de episodios de caos legislativos vividos no hace tanto tiempo. El último, el pasado 13 de diciembre, cuando el senador Ted Cruz -cercano al Tea Party y con aspiraciones presidenciales- retrasó una votación para la aprobación del presupuesto federal. El bloqueo de Cruz no impidió la aprobación de la ley de gasto, pero sí permitió que los demócratas avanzaran en la nominación de algunos cargos antes de que el Congreso pasara a manos republicanas, para enfado de muchos de sus compañeros de bancada.

La contención de los diferentes sectores dentro de sus filas será otro de los desafíos para los dirigentes republicanos. A medida que pasen los meses, muchas actitudes y tácticas de los legisladores se entenderán desde el prisma de las elecciones presidenciales de 2016. «Debemos mostrar que podemos ser un partido productivo y eso, yo creo, tendrá un efecto directo en si seremos capaces de conseguir un presidente republicano en 2016», reconoció McConnell.

«Si los republicanos no demostramos que podemos gobernar con madurez, que podemos gobernar con competencia, veremos unos resultados similares dentro de dos años, pero en este caso será una oleada de votos en la otra dirección», advirtió la senadora conservadora Cory Gardner .

No hay que remontarse muy lejos para comprobar que esa es una opción real. En enero de 2005, cuando se iniciaba el segundo mandato presidencial de George W. Bush, los republicanos estaban en una posición inmejorable: dominaban el Senado y la Cámara de Representantes con mayorías similares a las actuales y contaban con un presidente aliado en la Casa Blanca. Dos años y varios escándalos después -la respuesta al huracán Katrina , la impopularidad de la Guerra de Irak , filtraciones de la CIA-, ambas Cámaras volvían de una sentada a manos demócratas.

Los republicanos moderan su política al hacerse con el control del Congreso de EE.UU.

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