Túnez elige hoy al presidente que debe afianzar el camino hacia la democracia
El laico Essebsi y el saliente Marzuki, más próximo a los islamistas, se disputan la jefatura del Estado en la segunda vuelta
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Túnez celebra hoy la segunda y definitiva vuelta que debe dilucidar el nombre del presidente que tendrá como principal misión apuntalar los logros del país que abrió las revoluciones de la Primavera Árabe. Dos son los candidatos salidos de la primera vuelta, el laico Beji Caid Essebsi , un veteranísimo político de 88 años que sirvió en los Gobiernos de Burguiba y Ben Alí, y Monzef Marzuki , ex opositor del defenestrado Ben Alí y presidente saliente.
El primero, feroz enemigo de los islamistas, que cuentan con una parte importante de la población entre sus seguidores, parte como favorito si se tienen en cuenta los resultados de la primera vuelta. El segundo, sin ser islamista, sí ha sabido sintonizar diplomáticamente con estos durante los meses que ha permanecido en el poder y que han sido claves para que el país magrebí se afiance como la principal esperanza de los países que han acogido levantamientos populares en los últimos años.
El nombre del vencedor, además de explicar hacia dónde se encaminará la transición, será también clave más a corto plazo a la hora de conocer los detalles de la formación del nuevo Gobierno y de cómo se estructura el nuevo Parlamento, elegido en octubre con Nidá Tunís, la formación de Essebsi, al frente.
En todo caso, no parece factible un Ejecutivo sólido y estable si Essebsi y su gente, en caso de ganar, dan de manera radical la espalda a los islamistas del Partido Ennahda , que no presentaron candidato presidencial y que formaron coalición en el Gobierno que lideró Marzuki.
Paso atrás de los islamistas
Ennahda no solo ganó las primeras elecciones que se celebraron tras la revolución, en octubre de 2011, sino que para garantizar la estabilidad de los logros de ese levantamiento dió a comienzos de este año un paso atrás dejando vía libre a un Gobierno de tecnócratas. Ese movimiento fue interpretado como clave para que la deriva de la violencia y el radicalismo, vivido sin ir más lejos en Egipto y mucho más en Libia, no se impusiera en el país magrebí.
En todo caso, además de la economía, la amenaza yihadista y terrorista es una asignatura pendiente a la que deberá plantar cara con rapidez el nuevo presidente.
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