La disidencia de Miami, dividida ante el acercamiento a La Habana

Quienes huyeron hace décadas se muestran inflexibles, pero sus descendientes creen que ha llegado un momento de cambio de estrategia

La disidencia de Miami, dividida ante el acercamiento a La Habana AFP

emili j. blasco

El exilio cubano ha acogido con división la decisión de Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba. Quienes huyeron de la isla hace décadas se muestran inflexibles con el régimen castrista, pero no pocos de sus descendientes consideran que ha llegado el momento de un cambio de política. A casi todos, no obstante, disgusta la posibilidad que ha dejado abierta Obama de una visita oficial a Cuba.

«Obama, nuestros muertos, muchos de ellos negros, se remueven en las tumbas mientras Castro se ríe de Estados Unidos», dice el cartel que lleva Jay Fernández, un cubano que escapó de la isla en 1961, pocos meses después de que EE.UU. rompiera las relaciones con Cuba. Jay Fernández ha acudido a la Calle 8 de Miami, lugar donde se concentran varios puntos de reunión de la disidencia cubana. La gente de su generación tiene aún muy presente el sufrimiento de los años más duros del castrismo. Muchos dejaron allí familia o perdieron sus bienes. Pero sus hijos o sus nietos, algunos de los cuales ya no hablan español, lo ven de otra forma.

Una encuesta realizada por la Universidad Internacional de Florida en el condado de Miami-Dade, donde se concentran los residentes de origen cubano, indicó que el 68% de estos están abiertos a avanzar hacia la normalidad de relaciones con Cuba; la cifra sube al 88% en el caso de los menores de 30 años. Los datos evidencian el paulatino cambio de opinión que se ha registrado en los últimos años.

Con todo, la división de opiniones tampoco se corresponde plenamente con las diferencias generacionales. Jay Fernández recuerda que en las elecciones legislativas de noviembre, un candidato joven y contrario al entendimiento con Cuba, el republicano Carlos Curbelo, le quitó el escaño al veterano Joe García, demócrata y defensor de la política de Obama.

Las cosas están cambiando, pero resultados electorales como ese hacen que los políticos sigan alineándose con los estereotipos tradicionales por miedo a perder votos, especialmente en el bando conservador.

Entre los republicanos de Miami la norma es el tono encendido. Por ejemplo, Mario Díaz-Balart, miembro de la Cámara de Representantes, considera que «el Apaciguador-en-jefe Obama está dispuesto a darle concesiones sin precedentes a una dictadura brutal opuesta a los intereses de Estados Unidos».

Más allá del restablecimiento de relaciones, lo que a muchos les preocupa son las formas: ver a un presidente de Estados Unidos, líder del mundo libre, abrazar a los Castro. En una entrevista con la cadena ABC, Obama dejó abierta la posibilidad de visitar la isla. A la pregunta de si tenía planes para viajar a Cuba, Obama sorprendió a todos dejando la puerta abierta a esa posibilidad. «Vamos a ver cómo evoluciona la situación», dijo.

Obama es un presidente urgido a dejar un legado, a dos años del fin de su presidencia. Cuando muchas otras cosas se le están girando en contra, de pronto una parece abrir perspectivas prometedoras. Richard Nixon, el presidente de los titulares negativos del Watergate, ha pasado a la historia por su viaje a China, con el que en 1972 abrió el deshielo con el gigante asiático, hasta entonces frontal enemigo. El paralelismo lo ha sugerido la CNN.

Las entidades «históricas» del exilio insisten en sus críticas. Para el presidente de Plantados, Angel Desfana, se trata de un «tremendo error» de la política exterior de la Administración Obama. El Directorio Democrático, por su parte, lamenta que la Casa Blanca haya canjeado al ciudadano estadounidense Alan Gross, prisionero durante cinco años en Cuba, por tres «espías terroristas».

Desde Cuba, la activista anticastrista Yoani Sánchez escribió en Twitter que «aunque Raúl Castro diga todo lo contrario… este paso tiene el amargo sabor de la capitulación». El también bloguero Yusnaby Pérez, anotó: «espero que con el mismo entusiasmo con que el mundo apoya el fin de embargo apoye el fin del bloqueo interno que sufrimos los cubanos».

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