El líder laborista británico Miliband dice que acabará con el déficit pero no concreta cómo
Se limita a decir que hará recortes con «sentido común» y que no tocará el sistema público de Salud
El líder laborista británico, Ed Miliband, de 44 años, es famoso por el gafe que le rodea, tal vez provocado por su propia personalidad, que incluso muchos votantes laboristas califican de «extraña. El pasado septiembre se celebró la conferencia de su partido, una gran puesta en escena de cara a las elecciones generales del próximo mayo, en las que aspira a ser el nuevo primer ministro. Miliband intentó componer un discurso emocionante , poético. Y tanta fue la lírica que se le olvidó hacer una sola alusión al déficit público, tema estelar del debate económico en Reino Unido. El lapsus ha sido objeto de muchas mofas y hoy el aspirante laborista intentó solventarlo con la presentación en Londres de las líneas maestras de su programa económico. Miliband prometió acabar con el déficit público en la próxima legislatura, pero no fijó una fecha concreta ni explicó cómo va a hacerlo, se limitó a enunciar cuatro ajustes menores. A su juicio sería «arbitrario» entrar ya en detalles, porque no conoce cómo está el Gobierno por dentro. Lo único que dijo es que sus recortes serán «sensatos», que se irán haciendo de año en año y que no se verá afectado el Servicio Público de Salud, el NHS.
La respuesta del ministro de Hacienda del Gobierno conservador, George Osborne, ha sido la siguiente: «El Partido Laborista solo ofrece caos económico. Lo que está diciendo a los británicos es que pedirá más dinero prestado y subirá impuestos». Miliband prometió que no subirá el IVA, sí se refirió a un clásico de los partidos socialdemócratas, subir los impuestos «a los más ricos» y subir en general los salarios para lograr mayor recaudación fiscal. Enunció también algunos ajustes menores, que no bastarían para nada para acabar con el déficit británico, que es de 113.000 millones de euros. Prometió retirar el subsidio para combustible para el invierno a los jubilados más pudientes, un tope del 1% en la subida de las ayudas para la infancia, recorte del número de comisarios de policía y un ahorro de 630 millones de euros en los gobiernos locales, por ejemplo fusionando parques de bomberos.
En resumen, un mensaje bastante vaporoso, pero que deja claro algo: el laborismo ya sabe que si no se pone serio con el control del déficit no logrará la credibilidad económica necesaria para intentar ganar las elecciones. De hecho, el ministro de Hacienda en la sombra de Miliband, Ed Balls, ya ha dicho a sus futuros compañeros de posible gabinete que cada departamento tendrá que hacer recortes hasta acabar con los números rojos en el gasto corriente.
Las elecciones no están fáciles para Miliband. El mes pasado tuvo que sofocar una revuelta de parlamentarios de su propio partido, que pusieron en cuestión su idoneidad como candidato. También dimitió la líder laborista en Escocia, uno de sus bastiones tradicionales y en el que las encuestas le auguran un fuerte retroceso. Miliband tendrá que encenderle una vela al euroescéptico Farage, pues se da la paradoja de que la crecida de los populistas de derechas se ha convertido en la única buena noticia para el laborista, porque pescan votos en los caladeros de Cameron.