Beirut, la manicura también es cosa de hombres
Este interés ha alcanzado incluso a algunos expatriados españoles que no dudan en empaparse del estilo de vida libanés
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¿Quién decidió que las uñas descuidadas al estilo leñador resultaban masculinas? Existe incluso algo peor que unas garras abandonadas a su suerte y son unos pies parecidos a los de un troglodita. Es por ello que la manicura y pedicura, ese ritual semanal o quincenal para muchas mujeres en el Líbano, comienza a popularizarse igualmente entre un sector de la población masculina libanesa.
Así, son varios los centros de belleza en Beirut que confirman que el número de hombres que solicita un servicio de manicura o pedicura ha aumentado en los últimos años y sigue creciendo. Rim Mahjoub, empleada de «The Beauty Lounge», en el cristiano barrio de Achrafieh, señala que ellos también empiezan a sentir la presión de mostrar una buena presencia: «La belleza masculina se está convirtiendo en algo cada vez más aceptado socialmente, igual que la cirugía plástica para hombres. Todavía es un pequeño porcentaje si lo comparamos con las clientas femeninas pero los hombres son conscientes de la necesidad de lucir un buen cuerpo, hacer dieta y cuidarse la piel».
La mayoría de los clientes libaneses son jóvenes profesionales de entre 25 y 45 años, que trabajan en mundos tan diversos como el de las finanzas, la banca, la medicina, la abogacía, publicidad o moda. El primer motivo de su presencia en los centros de manicura y pedicura es puramente higiénico. Muchos de ellos vienen en pareja con sus mujeres y luego se atreven a venir por sí mismos, mientras que otros son animados por sus madres o mujeres. La nota en común es la discreción aunque como explica Rim «pierden totalmente la vergüenza si por casualidad se encuentran con otro hombre en el salón».
La marca especializada en el cuidado del pie, Dr. Scholl, que cuenta con varios locales en Beirut, confirma del mismo modo que por razones médicas muchos hombres se hallan entre su clientela habitual desde hace tiempo.
El interés por la manicura ha alcanzado incluso a algunos expatriados españoles que no dudan en empaparse del estilo de vida libanés en un país en el que a la gente se le puede perdonar todo excepto ofrecer un aspecto desastrado. Es el caso del zaragozano Eduardo Navarro, que llegó a Beirut en 2010, y a quien para participar como extra en un anuncio televisivo de un banco antes le impusieron, recuerda que «a grito pelado», una buena manicura que disimulara su confesa tendencia a morderse las uñas. Asesorado por una compañera de trabajo libanesa no tardó en concertar su primera cita en un exclusivo salón en el que las empleadas lo trataron «con la mayor normalidad». Navarro afirma que, tras comprobar que hasta su empleada del hogar etíope luce una manicura impecable, no le ha quedado más remedio que continuar con sus visitas al centro de belleza. A la manicura suma de vez en cuando sesiones de pedicura y diversos tratamientos faciales. «No hay nada de lo que avergonzarse» apostilla.
Pero a pesar de que la situación es contemplada con bastante naturalidad en privado, la mayoría de hombres reacciona con cautela a la hora de hablar del tema y se niegan a ser fotografiados mientras se les hace la manicura o pedicura. Por eso no pocos spas intentan crear un ambiente acogedor y específico para los hombres y se aseguran de que estos no sientan en ningún momento que están haciendo algo «extraño». Los salones de belleza libaneses saben que, en el fondo, a los hombres también les encanta que los mimen.
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