Los rusos se deshacen de sus rublos ante la temida crisis
La población intenta gastar la depreciada moneda o cambiarla por euros o dólares
El imparable hundimiento del rublo , consecuencia directa de las sanciones y de la caída de los precios del petróleo, causó ayer una avalancha sin precedentes hacia las casas de cambio, en busca de otras monedas más estables, y hacia los comercios para transformar la depreciada divisa en artículos de consumo. El rublo alcanzó ayer un nuevo mínimo frente al dólar y el euro sin parangón desde la suspensión de pagos de 1998. Este hundimiento de la divisa rusa ha hecho que el pánico cunda entre la ciudadanía, temerosa de que, como sucedió otras veces en el pasado, sus ahorros se esfumen. El ya denso tráfico en las calles de Moscú se vio ayer agravado por la llegada de personas de otras regiones también deseosas de deshacerse de sus rublos.
La «estabilidad» que el presidente ruso, Vladímir Putin , había venido pregonando durante sus años al frente del país parece haber tocado a su fin de forma definitiva. Precisamente hoy, Putin deberá pronunciar su discurso anual ante las dos Cámaras del Parlamento y se espera que aporte soluciones para paliar el serio deterioro que sufre el nivel de vida de los rusos.
«Si no hacen algo urgente para detener la devaluación del rublo, esto será un desastre. Volveremos a los tiempos de las privaciones y la incertidumbre», aseguraba ayer un hombre en la cola de una casa de cambio. Y es que, en lo que va de año, la divisa rusa ha perdido el 40% de su valor frente al euro.
La reciente decisión del Banco Central de Rusia de dejar que el rublo fluctúe libremente sin intervención del Estado ha motivado una querella contra la institución por parte del comité presupuestario de la Duma. Considera que, según la Constitución, el Banco Central «está obligado a proteger» la moneda nacional.
Mayor inflación
Sin embargo, el Gobierno se afana en convencer a los rusos de que quien haga todos sus ingresos y gastos en rublos no se verá afectado por las oscilaciones en su cotización. Ese argumento ha sido rebatido por el economista liberal, Ígor Nikoláyev, quien sostiene que «la depreciación del rublo conduce siempre de forma irremisible a una mayor inflación». Según sus palabras, «el Gobierno había previsto una inflación en 2014 del 4,8% y va a ser del 9%, como mínimo. Su previsión para 2015 era el 5,5% y se va a situar en torno al 12%».
La subida galopante de los precios de los alimentos, medicinas y artículos de consumo en general es lo que está instigando la actual fiebre de acaparamiento. «Hay que comprar los regalos de Fin de Año y Navidad antes de que cuesten el triple», reconocía una joven en unos grandes almacenes de la capital rusa. Acumular electrodomésticos, como en la época soviética, es otra de las formas de preservar los ahorros. El pasado fin de semana, en un Media Markt de la periferia moscovita se produjo una avalancha con heridos.
En Rusia se ha empezado a almacenar de forma compulsiva incluso la tradicional «grechka», alforfón o trigo sarraceno, un cereal que se conserva bien y constituye un alimento insustituible en tiempos de carencia. La fuerte demanda y la mala cosecha de este año hizo que desapareciera de las tiendas. En algunas ciudades se tuvo que racionar. Ahora se vuelve a vender, pero su precio se ha duplicado. Dmitri Rilko, un experto en alimentación del Instituto de Estudios Agrícolas de Moscú, afirma que el déficit de «grechka» «es uno de los signos ligados a las grandes crisis».
Según un reciente sondeo del Centro Levada de Moscú, el 80% de los rusos constatan un aumento de los precios y un descenso del nivel de vida. El 45% lo achacan a la desplome de los precios del petróleo y el 33% a las sanciones. La perspectiva no es muy halagüeña porque se espera que la economía rusa entre en recesión en 2015.
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