¿Por qué sintonizan tan bien Marine Le Pen y Vladimir Putin?

El último congreso del Frente Nacional francés (FN) ha puesto de relieve las excelentes relaciones entre la extrema derecha francesa y el régimen ruso, y de modo especial la sintonía tanto política como personal de sus dos líderes carismáticos, Marine Le Pen y Vladimir Putin. La dirigente francesa -reelegida al frente del FN con el 100 por ciento de los votos, un récord que recuerda al de los regímenes del antiguo Telón de Acero- confirmó que la banca rusa ha concedido un préstamo a su partido para las actividades de campaña. Le Pen justificó la solicitud de dinero a Moscú en el boicot que supuestamente ejercen contra las finanzas del Frente Nacional la banca francesa y los organismos de crédito europeos.

Para algunos analistas, Vladimir Putin se habría limitado a pagar a Marine Le Pen algunos favores recientes. En particular, el respaldo de la dirigente radical francesa a la anexión rusa de Crimea y a su estrategia en Ucrania.

El fondo de la excelente relación entre Le Pen y Putin tiene más calado. En el imaginario de Marine Le Pen se alza el regreso de la «grandeur» de una Francia dominante en Europa y culturalmente influyente en la corte de los zares. El concepto de Unión Europea repugna al Frente Nacional y asusta a los rusos, que se sienten amenazados por la corriente europeísta de sus vecinos del Este y temen quedar aislados.

Le Pen y Putin desconfían, igualmente, del liberalismo y de las instituciones que ha generado. La sintonía no es del todo insólita si se advierte que en los ancestros del régimen de Putin no figura nada de pedigrí liberal, y que el Frente Nacional ha terminado englutiendo en Francia al antiguo partido comunista. El Frente -aunque se vista con estampitas de santa Juana de Arco- es una fase posterior al Podemos español todavía contemporáneo de Izquierda Unida.