La ONU suspende las ayudas a 1,7 millones de refugiados sirios por falta de fondos
Naciones Unidas alerta de que en febrero se agotan las raciones de comida para los 6 millones de desplazados internos en Siria
Huyeron de Siria para salvar la vida y ahora se enfrentan al desamparo absoluto. El Programa Mundial de Alimentos (PMA o WFP, por sus siglas en inglés) se ha quedado sin fondos y se ha visto obligado a suspender esta semana la entrega de bonos de ayuda a 1,7 millones de refugiados sirios en Líbano, Turquía, Jordania y Egipto. El organismo de Naciones Unidas no puede afrontar el pago de las ayudas directas a la alimentación que se repartían entre las familias desde el inicio de una crisis que estalló con las revueltas contra Bashar Al Assad a comienzos de 2011. “No podía llegar en un momento peor”, lamentó António Guterres, Alto Comisionado para los Refugiados, que alertó de que “el invierno es un periodo extremadamente difícil y la suspensión de la asistencia alimentaria será devastadora. Tendrá un impacto directo en decenas de miles de las familias de refugiados más vulnerables que dependen de forma absoluta de la ayuda internacional”.
Ante la extrema gravedad de la situación Guterres realizó una “petición de ayuda urgente” para poder cubrir de forma inmediata los 64 millones de dólares necesarios para afrontar el presente mes. Una cantidad que habría que elevar a los 353 millones antes de febrero para que el dispositivo del PMA pueda atender a los más de siete millones de sirios a los que presta atención dentro y fuera del país.
Los civiles huyen de una guerra de cuatro años que ha dejado más de 200.000 muertos y más de 1,5 millones de heridos, según cifras del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), con base en Londres, pero con una amplia red de colaboradores sobre el terreno. Una guerra interna entre grupos armados de la oposición y el régimen de Bashar Al Assad a la que desde hace dos meses se suman los bombardeos de la alianza liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico (EI), cuyo califato ocupa gran parte del norte y este de Siria.
A medida que se recrudecía el conflicto la cifra de refugiados iba creciendo día a día hasta llegar a 1,7 millones de personas registradas en las oficinas de la ONU. En Turquía y Jordania la mayoría vive en campos que se levantaron para hacer frente a la emergencia, pero que con el paso de los meses se han convertido en una pequeñas ciudades de tela y casas prefabricadas. En Líbano, que ha decidido cerrar su frontera a los sirios tras superar el millón de refugiados, y en Egipto no hay campos específicos y viven en auténticos guetos formados en ciudades y zonas rurales.
"Estamos ante un caso que denominamos ‘fatiga de donantes’. La crisis siria se alarga en el tiempo y compite con Irak, Sudán del Sur, República Centroafricana, Libia, el ébola… nunca desde la II Guerra Mundial se habían juntado tantas y tan graves emergencias”, reflexiona desde Suiza una fuente próxima al organismo internacional, quien lamenta “el desamparo absoluto” en el que se quedan los refugiados. La respuesta a la crisis de Siria es “la mayor y más compleja” a la que se enfrenta PMA en todo el mundo, según informan en la página web de la agencia de la ONU.
Hasta febrero
La falta de fondos afecta de momento a los bonos de ayuda que se reparten a los refugiados –un sistema que les permite canjearlos directamente por alimentos en los establecimientos locales-, pero no a la entrega de raciones de comida que reciben de forma periódica los seis millones de desplazados internos que acuden a los centros de distribución dentro de Siria, la mayor crisis de desplazados internos en el mundo. “Tenemos raciones garantizadas hasta febrero de 2015 gracias a la ayuda de Estados Unidos, pero después ya no”, alerta Antonio Salort-Pons, jefe de la oficina de Madrid del PMA. La situación límite a la que se ha llegado en el caso sirio “no es una sorpresa, llevábamos tiempo avisando de lo que se avecinaba. Todos tenemos que empujar, no solo los gobiernos, para dar estabilidad a estas ayudas”, piensa Salort-Pons.
A los refugiados sirios que se encuentran en Turquía les quedan el gobierno de Ankara y la Media Luna Roja, que tratan de llenar el vacío dejado por la ONU, pero en el resto de países dependen de la ayuda de familiares, amigos y organizaciones de caridad locales para sobrevivir “y no tener que optar por regresar a Siria, que es un riesgo al que se enfrentan”, advierten desde la central española del PAM.