¿Por qué se apoya el presidente turco en el Corán para defender la desigualdad entre hombre y mujer?

El libro sagrado de los musulmanes fundamenta varias prácticas comunes en el islam de subordinación de la mujer al varón

¿Por qué se apoya el presidente turco en el Corán para defender la desigualdad entre hombre y mujer? afp

francisco de andrés

«Nuestra religión, el islam, ha definido un puesto para las mujeres en la sociedad: la maternidad». De ese presupuesto a la conclusión lógica de que la mujer, si pretende ser buena musulmana, no debe aspirar a trabajar fuera del hogar, hay un paso muy corto; y por cierto sorprendente en boca de Tayip Erdogan, el jefe de Estado que se dispone a asumir la presidencia de turno del G20. El club económico acaba de acordar en Australia una reducción del 25 por ciento -de aquí al 2025- en la brecha que existe entre el hombre y la mujer en el acceso al empleo.

Como en otras ocasiones, el presidente turco no solo no ha evitado el debate provocativo sino que lo ha buscado . Y, como en otras ocasiones, el líder islamista ha acudido al argumento de autoridad religioso para respaldar sus propuestas políticas. La afirmación de que hombre y mujer «no son iguales» porque así lo afirma el Corán, no es una originalidad de Tayip Erdogan. Lo afirma, indirectamente, el libro sagrado de los musulmanes. Lo enseñan la mayor parte de los eruditos mahometanos, de antes y de ahora. Y figura incluso en el ideario político de partidos islamistas que, como el turco, se presentan moderados y reconciliados con la modernidad. Antes de perder el poder en Túnez, los islamistas de Enahda libraron la batalla por cambiar el principio de «igualdad de sexos» en la Constitución para sustituirlo por el de «complementariedad de sexos».

Erdogan no discute la igualdad de hombre y mujer ante la ley. Pero en muchos otros terrenos se muestra partidario de la subordinación de la mujer al hombre, y no solo en el ámbito laboral. La desigualdad imperante en gran parte del mundo musulmán tiene raíces firmes en pasajes del Corán, y produce entre otras las siguientes discriminaciones:

-No hay igualdad a la hora de contraer matrimonio. El varón puede tener al mismo tiempo hasta cuatro mujeres. El Corán ofrece la impresión de que la mujer es «propiedad» del hombre, que puede, literalmente, «arar» como quiera (azora de la Vaca II, 223).

-El esposo tiene la facultad de repudiar a su mujer si lo hace en presencia de dos testigos musulmanes. La mujer no puede en cambio repudiar a su marido.

-La mujer musulmana no puede casarse con un no musulmán. El varón mahometano sí puede hacerlo con una no musulmana. La Sharía, la ley islámica, explica por qué: los hijos dependen del padre, no de la madre, y es él quien dispone que sean instruidos en el islam aunque su mujer sea cristiana. De este modo se garantiza el incremento numérico de la comunidad musulmana en todo el mundo.

-Al varón le corresponde el doble de herencia que a la hija. Esta disposición del Corán (azora de las Mujeres IV, 11) tenía su sentido en épocas pasadas, cuando del hombre dependían por completo la mujer y los hijos, pero hoy es un anacronismo que hace perdurar la mentalidad patriarcal.

-En cualquier juicio, el testimonio de un varón vale como el de dos mujeres. Esta disposición de la Sharía se apoya en un dicho de Mahoma muy extendido en los medios islámicos, pero cuya autenticidad es fuente de discusiones.

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