«Gayrouth»
A Beirut le va el rosa
Es considerado como el paraíso gay de Oriente Medio en el que se refugian, no solo libaneses, sino homosexuales de países mucho menos permisivos de la región
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A pesar de que la homosexualidad en Líbano es ilegal bajo el artículo 534, que penaliza hasta con un año de cárcel la práctica del sexo «contra natura», Beirut es considerado de forma unánime como el paraíso gay de Oriente Medio en el que se refugian, no solo libaneses, sino homosexuales de países mucho menos permisivos de la región. Pero detrás de los engañosos titulares se oculta una importante mayoría de gays libaneses que todavía viven su vida de espaldas a la familia y a los amigos en una sociedad marcadamente tradicional y que se muestra intolerante frente a la homosexualidad.
Desde Helem, una ONG libanesa que defiende los derechos de Gays, Lesbianas y Transexuales en el Líbano, recuerdan que, si bien el país del cedro es el más afortunado de la zona en cuanto al trato dispensado a la comunidad homosexual, existen aún muchos gays temerosos de que su familia los considere una vergüenza o ser, incluso, denunciados a la policía.
De hecho, las detenciones por parte de la policía no son infrecuentes en el país. El pasado mes de agosto las fuerzas de seguridad libanesas presumían de «proteger a sus ciudadanos de la homosexualidad» con la detención de 27 hombres, empleados y clientes, en un hamman o baño turco del centro de Beirut bajo la acusación de ser gays. El tema, convertido en todo un espectáculo en los medios, alcanzó su clímax con las declaraciones del portavoz de las Fuerzas de Seguridad al sostener que no se había realizado ningún examen anal a los detenidos que confirmara su «desviación». Este tipo de test, empleado en no pocas ocasiones en distintos países árabes, consiste básicamente en la medición del esfínter y en la capacidad de dilatación del mismo como fórmula magistral para «detectar» homosexuales.
Por todo ello, ante las inclemencias sociales y con el fin de evitar las restricciones, muchos gais libaneses prefieren hacer contactos a través de internet. Páginas web como manjam.com o Grindr, una aplicación que permite a los usuarios que lo tienen instalado comunicarse con otros hombres homosexuales que se encuentren en las cercanías, gozan de una gran popularidad en los países árabes. La revista libanesa «Executive» cifraba hace apenas un año en casi 9.000 los usuarios que hacían un uso continuado mensualmente de Grindr en Beirut mientras que Manjam contaba con unos 17.000 usuarios en Líbano y unos 137.000 en la región. Los números, en cualquier caso, solo ofrecen una fría estimación en torno a una realidad perfectamente constatable en las calles de Beirut: la creciente visibilidad de la comunidad homosexual en los últimos años.
De acuerdo con distintos aficionados a estas redes, Internet es la opción favorita de aquellos que prefieren la discreción y un instrumento con el que poder «socializar», sobre todo, con extranjeros de visita en Beirut. La mayoría de los internautas no suele mostrar fotografías de su cara por miedo a que alguien pueda reconocerlos y no resultan raros los perfiles de usuarios que se presentan como hombres casados.
Existen, además, otras opciones para los que buscan una forma más excitante de mantener relaciones aunque igualmente más peligrosa. La vieja e impertérrita Beirut tiene también cabida para sus propios lugares de cruising, la práctica de relaciones sexuales con extraños en lugares públicos, entre los que se hallan la conocida Corniche o paseo marítimo de la capital en las horas más canallas, la playa pública de Ramlet Al-Baida, o zonas concretas de barrios como el turístico Hamra o Dawra. Incluso la milenaria ciudad de Biblos, según testimonios ofrecidos a este periódico, dispone de un tramo de playa en el que dar rienda suelta a las desbordadas pasiones fenicias.