Líderes religiosos llaman a las armas frente a los terroristas de Boko Haram

Una de las principales figuras del islam en Nigeria apela a la autodefensa frente a los radicales yihadistas

Líderes religiosos llaman a las armas frente a los terroristas de Boko Haram afp

EDUARDO S. MOLANO

«La gente no debe cruzarse de brazos y decir que la oración es la única solución (…) Debemos estar dispuestos a dar la vida». Tras la última matanza protagonizada por Boko Haram en su territorio, el emir de Kano, Lamido Sanusi, uno de los principales líderes del islam en Nigeria, ha decidido decir basta.

Para el emir, es hora de que la población civil tome medidas frente a los radicales y empuñe las armas frente a la barbarie terrorista.

«Las personas deben ser conscientes de la importancia de estar preparados» y utilizar cualquier medio «para protegerse a sí mismos», asegura Sanusi, segunda figura para los musulmanes nigerianos (tras el sultán de Sokoto, Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar).

El debate sobre los límites de la autodefensa comienza a calar en Nigeria. Consultado por ABC sobre esta cuestión, Oliver Dashe Doeme, obispo de Maiduguri , apoya el derecho de la población a protegerse.

«No se trata del uso de la violencia contra la violencia, solo de defenderse frente a los ataques», reconoce el líder cristiano, quien se enfrenta cada día a la infamia. Maiduguri es la capital del estado de Borno y el epicentro de la violencia de la milicia islamista de Boko Haram. Precisamente, el pasado 14 de abril, a solo unos kilómetros de su parroquia, milicianos de Boko Haram atacaban un internado femenino de Chibok , secuestrando a más de dos centenares de jóvenes. Tres semanas después, en un nuevo ataque, entre 200 y 300 personas fallecían cuando los rebeldes asaltaron un mercado.

De gobernador de banco a emir

La biografía del propio emir de Kano demuestra la complejidad del proceso de Nigeria. El pasado febrero, Sanusi, quien entonces era el gobernador del Banco Central del país africano, acusaba a la compañía nacional del petróleo local - Nigerian National Petroleum Corporation - de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.

Durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, cerca de 20.000 millones se habían «perdido».

Tras la denuncia pública sobre la flagrante corrupción que asolaba el país, la reacción del Gobierno de Nigeria no se hizo esperar. Aunque ésta quizá no fuera la deseada: en lugar de abrir una investigación, el Ejecutivo decidió apartar de su cargo a Sanusi. Posteriormente, en junio, sería nombrado emir de Kano, convirtiéndose en una de las figuras más críticas contra el Gobierno.

Desconfianza ante las medidas

Y es, precisamente, esta falta de confianza de la población local en las fuerzas estatales la que ha provocado la generación de patrullas alternativas de autodefensa: Solo en la primera mitad del año, el incremento de los ataques de la milicia islamista de Boko Haram, así como las represalias incontroladas de las fuerzas de seguridad provocaron la muerte de más de 2.000 personas al noreste Nigeria (más de la mitad de los cuales, civiles).

Ante este evidente desgobierno, la pasada semana, una patrulla ciudadana compuesta por dos centenares de cazadores y vigilantes liberaba la ciudad de Mubi, en el estado de Adawama, entonces en manos de los islamistas.

Ya en mayo, al menos 100 presuntos miembros de la milicia islamista fallecían tras una ola de ataques protagonizados por patrullas ciudadanas en la localidad de Kalabalge, situada a apenas unos kilómetros del epicentro del rapto de Chibok.

El caso no es nuevo. A finales de 2012, Amnistía Internacional denunciaba las «graves violaciones de derechos humanos» en la guerra contra la milicia islamista Boko Haram.

En el informe -«Nigeria: Trapped in the cycle of violence»-, la organización condenó entonces la detención arbitraría sin cargos de «cientos de personas acusadas de vínculos con Boko Haram», así como «las ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzosas» llevadas a cabo por las fuerzas armadas.

De igual modo, recordaba a las dos partes en conflicto que «hay un círculo vicioso de violencia actualmente en Nigeria» y «el pueblo nigeriano está atrapado en medio».

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