tifón yolanda en filipinas

Aldeas a prueba de tifones

Un año después del Yolanda, algunos vecinos de Filipinas empiezan a tener casas más fuertes y redes de agua y saneamiento resistentes a las tormentas

Aldeas a prueba de tifones luis de vega

luis de vega

Santa Fe, un pueblito de 45 familias en el este de la isla de Samar (Filipinas) no perdió a ninguno de sus vecinos en el tifón Yolanda (conocido también como Haiyán ), que dejó el 8 de noviembre de 2013 más de 6.300 muertos y daños que tardarán años en ser reparados. Hoy hay todavía en este país asiático un millón de personas que no han podido regresar a sus hogares o no cuentan con una casa definitiva y se hallan en refugios temporales. Otros han reconstruido sus viviendas delante del mar , allí donde el tifón sacudió con más fuerza desafiando el intento de las autoridades de prohibirlo.

Hay organizaciones humanitarias e instituciones que tratan sin embargo de sacar frutos de la catástrofe y ayudan a prevenir antes que curar en Santa Fe y otras zonas rurales para que los filipinos lleguen a tener mejores condiciones de vida y más seguras que antes de la tragedia.

Las casas de este barangay (barrio o aldea en la terminología local) siguen el estilo tradicional y están levantadas esencialmente a base de latón, planchas de bambú trenzado y vigas de tronco de cocotero. Las construyen, además, sin tener en cuenta los fuertes vientos de las frecuentes tormentas ni los consiguientes deslizamientos de piedras, agua y barro que bajan de los montes que rodean Santa Fe.

Filipinas es el segundo país del mundo, tras Bangladesh, más expuesto a tragedias naturales y es sacudido anualmente por unos 25 tifones. La tragedia del Yolanda puede repetirse y eso ha sido esencial para que, superada la primera fase de emergencia de los primeros meses se pongan en práctica esos programas para que la población más vulnerable viva más segura en adelante.

Pablo Pagayarán, de 65 años, es el primer vecino de Santa Fe que cuenta con una casa construida con unos nuevos estándares de seguridad gracias a un proyecto desarrollado por Acción Contra el Hambre (ACH) con fondos de la Unión Europea del que se van a beneficiar un tercio de las familias de la aldea. Se trata de viviendas mejor cimentadas, con materiales más fuertes y que no estén expuestas a los vientos que sacuden la primera línea de costa ni se encuentren en las laderas de los montes. Las organizaciones humanitarias les facilitan los materiales y son los propios vecinos los que se encargan de la construcción. Pagayarán muestra orgulloso la suya, en medio de unas callejuelas humildes pero tremendamente limpias y en las que se aprecia una estrecha relación con la naturaleza que les rodea.

Fosas comunes y letrinas

Los vecinos de Basper, un barangay de la isla de Leyte, tampoco perdieron a ninguno de sus 1.500 habitantes en el tifón, aunque en sus tierras reposan muchos de ellos en fosas comunes que estos días han sido centro de peregrinación durante el primer aniversario de la tragedia. La experiencia del Yolanda está sirviendo para que Basper se vea beneficiada con una nueva red de aguas y saneamiento que cuente con tuberías subterráneas más seguras ante las amenazas climatológicas y que mejore las condiciones de vida de unos vecinos que antes del tifón consumían agua contaminada en un 74 por ciento y no estaban acostumbrados al uso de letrinas.

«Esto es característico de la emergencia en Filipinas, el poder llegar tan lejos» y mejorar las condiciones de vida anteriores, señala Jesús Baena, coordinador de agua y saneamiento de Acción Contra el Hambre en este país asiático. En este sentido, la emergencia de Filipinas es diferente de otras donde los niveles de corrupción y desgobierno son mayores como en Haití , país que vive todavía, y vivirá décadas, sacudido por las consecuencias del enorme terremoto que dejó más de 200.000 muertos en enero de 2010.

«En Filipinas ha sido posible cumplir las transiciones entre las diferentes fases. Primero lograr dar agua a la población, que es como taponar la herida. En segundo lugar, rehabilitar las instalaciones anteriores al tifón y, tercero, fase en la que estamos ahora, ir más allá con la mejora de la calidad de los servicios», explica Baena junto a un gran depósito al que acude la población de Basper a recoger agua potable.

Aldeas a prueba de tifones

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