La caída del muro: 25 años después
Topografía del terror
De lo que todavía queda en pie del Muro, la sección que con diferencia puede impresionar más son los 200 metros conservados en la Niederkirchnerstrasse
![Topografía del terror](https://s2.abcstatics.com/Media/201411/09/39460849--644x362.jpg)
De lo que todavía queda en pie del Muro, la sección que con diferencia puede impresionar más son los 200 metros conservados en la Niederkirchnerstrasse. Ese fragmento no ha terminado ni como un lienzo urbano para el arte pop ni como una trampa para turistas. La cuidada supervivencia de ese segmento se debe a que forma parte de un solar, al lado del edificio Martin Gropius y cerca de Potsdamer Platz, con un incalculable valor en el mercado inmobiliario del mal por metro cuadrado.
Entre 1933 y 1945 -en ese Berlín que Hitler y Albert Speer quisieron transformar en un alarde urbanístico de megalomanía- los engranajes centrales en la maquinaria de represión que los nazis pusieron en marcha se concentraron en la confluencia de las calles Wilhelm y Prinz Albrecht. Allí tenían sus cuarteles generales la Gestapo, las SS y la Seguridad del Reich. Y además, una cárcel con 39 celdas de aislamiento y una colectiva para albergar a detenidos en brutales interrogatorios.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en un Berlín arrasado, los restos todavía en pie de aquellos edificios fueron demolidos. El terreno, localizado sobre la línea de separación del sector soviético y el americano, fue aplanado. Y para intentar olvidar la historia, el lugar donde tuvieron sus despachos Himmler o Heydrich fue relegado a cuestiones mucho más prosaicas. Llegaron a ser utilizados por una empresa que reciclaba material de construcción y como «autodrom» (espacio para aprender a conducir).
Con la traumática división de Berlín en la Guerra Fría, aquel solar quedó dentro de la periferia de Berlín occidental. Y a partir de 1961, por supuesto, estuvo flanqueado por el Muro. Los años pasaron hasta que en los setenta se planteó la posibilidad de urbanizar lo que en su día había sido el Prinz Albrecht Palais. Asociaciones de víctimas y activistas pusieron el grito en el cielo hasta que el Senado de Berlín empezó a considerar la construcción de algún tipo de memorial.
El resultado final de esta maléfica saga es el proyecto conocido como Topografía del Terror. Se trata de un edificio ultramoderno diseñado por la arquitecta alemana Ursula Wilms que contiene una excelente exposición sobre el terror nazi, además de un centro de estudios y documentación. Al lado, están los 200 metros de lo que queda del Muro construido entre los distritos de Mitte (Berlín Este) y Kreuzberg (Berlín Occidental). Un segmento tratado como una especie de reliquia. Ya que incluso antes de la reunificación de Alemania gran parte del Muro había desaparecido del paisaje de Berlín.
El escritor Peter Schneider publicó en los ochenta su celebrada novela «El saltador del muro» sobre el Berlín de la Guerra Fría. Una de sus frases contiene bastante de premonición: «Nos llevará más tiempo derribar el muro en nuestras cabezas que el que necesitará cualquier empresa para derribar el muro que podemos ver». Al acabarse toda aquella pesadilla, Schneider ha confesado que en el Berlín ya reunificado se sorprendía a sí mismo «tomando los viejos desvíos» marcados por el Muro ausente: «Nada me parecía más difícil que conducir directamente desde el oeste al este».
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