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La gran victoria republicana sacude el tablero político de Estados Unidos
Pese a las ofertas de diálogo, advierten a Barack Obama de que podrán aprobar leyes que no gusten a la Casa Blanca
La gran victoria republicana en las elecciones legislativas de Estados Unidos , mayor de la esperada, deja a Barack Obama con escaso margen para sacar adelante su agenda presidencial, cuando aún le quedan dos años para agotar su mandato. La toma del control del Senado y la ampliada mayoría republicana en la Cámara de Representantes -la mayor desde la Segunda Guerra Mundial-, pone las dos instancias del Congreso frente a la Casa Blanca.
La percepción de que el voto ha sido un «repudio» de Obama, como ha destacado la prensa estadounidense , da aún más fuerza a los republicanos en el pulso con el presidente. Ambas partes expresaron este miércoles su deseo de colaborar, pero la experiencia pasada preludia escaso entendimiento, con un Obama deseoso de acabar de definir su legado y un Partido Republicano que ya mira a las presidenciales de 2016 .
El líder de la nueva mayoría en el Senado, Mitch McConnell , mencionó la pendiente reforma de impuestos y la firma de acuerdos de comercio internacionales como «posibles áreas de acuerdo». Entre las propuestas que los republicanos quieren aprobar y que hasta ahora han contado con el rechazo de Obama está una ley energética que permita nuevos oleoductos y potencie el «fracking».
Dejaron claro que «no están satisfechos con la Casa Blanca»
El tono de McConnell fue positivo y de diálogo. La noche electoral habló con Obama y este convocó a los líderes del Congreso para este viernes. McConnell advirtió, de todos modos, de que el electorado ha dejado claro que «no está satisfecho con la dirección de la Administración», e indicó que los republicanos podrán impulsar medidas en desacuerdo con la Casa Blanca.
En las elecciones del martes, los republicanos quitaron a los demócratas siete puestos en el Senado, venciendo en la mayoría de los estados en los que ambos partidos habían centrado la batalla. Así, obtuvieron 52 escaños (la mayoría absoluta está en 51) y probablemente llegarán a 54 cuando se termine el recuento de Alaska y se haga la segunda vuelta en Luisiana el 6 de diciembre. Los demócratas quedarían con 45 (dos de ellos independientes). Hasta ahora el reparto era de 55-45 a favor del Partido Demócrata.
En la Cámara de Representantes, con un recuento aún retrasado, los republicanos se hicieron con al menos catorce escaños defendidos por sus oponentes. Podrían quedar entre 237 y 245 (la mayoría está en 218), mientras que los demócratas quedarían entre 162 y 174. Desde las legislativas de 2010, cuando los republicanos dieron un gran salto, ganando 63 puestos, esta Cámara está bajo su control.
Cuatro gobernadores
En cuanto a los gobernadores, los republicanos arrebataron a sus rivales al menos cuatro puestos, y podrían quedarse con entre 31 y 33, frente a unos 19 0 17 demócratas. Hasta ahora el reparto era 29-31 a favor de los republicanos.
La victoria republicana en las elecciones a gobernador en algunos «blue states» (azul es el color demócrata; rojo, el republicano) como Illinois, Massachusetts y Maine da idea del terremoto ocurrido. El Partido Republicano estuvo también a punto de ganar, contra todo pronóstico, en la carrera senatorial librada en Virginia y New Hampshire.
«Estas elecciones son sobre un Gobierno en el que ya nadie confía», proclamó en la noche electoral Mitch McConnell, jefe de los republicanos en el Senado y líder ahora de la nueva mayoría lograda en la Cámara Alta. Reelegido en su estado de Kentucky, le corresponde tomar la iniciativa en el Capitolio. Lo hará con el jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes (o «speaker»), John Boehner , si bien el mayor peso político del Senado otorgará preeminencia a McConnell.
Apenas se ha arremangado
Los seis años de presidencia que lleva Obama han sido una historia de continuos desencuentros entre la Casa Blanca y los republicanos del Congreso. A estos se les ha criticado tener como objetivo dañar políticamente a Obama -el propio McConnell así lo dijo en su día-, mientras que el presidente apenas se ha arremangado la camisa para negociar con sus oponentes. Esto último es reconocido por personas que han estado en el equipo de Obama, como Leon Panetta, previamente director de la CIA y secretario de Defensa, que así lo cuenta en sus memorias recién publicadas.
McConnell manifestó este miércoles que existe «obligación de trabajar juntos en asuntos sobre los que podemos ponernos de acuerdo». «Solo porque tengamos un sistema de dos partidos no quiere decir que tengamos que estar en un perpetuo conflicto», añadió.
Pero, fuera de algunos puntos de posible colaboración, es probable que siga la confrontación. Obama está dispuesto a utilizar el veto presidencial si los republicanos promueven iniciativas de calado con las que no esté de acuerdo, como un posible rechazo de la reforma sanitaria o «Obamacare» , la principal ley de todo su mandato.
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