Reventas en el Coliseo y el Vaticano, como en los estadios
Ofrecen a 70 euros billetes que cuestan 12, y proponen por 60 euros tomar el té con el Papa Francisco
El ingreso al Coliseo y a los Museos Vaticanos se ha convertido en el reino de los revendedores y asaltadores de turistas. Sí, revendedores como en los estadios o en las plazas de toros. Ante el estupor de muchos extranjeros, que se ven asediados, especialistas en el arte del abuso ofrecen billetes de ingreso con “derecho” a saltarse la fila, a dos, tres o cinco veces el precio oficial. Así, los 12 euros que figuran en cartel oficial por un billete que da derecho a visitar el Coliseo, Foros Imperiales y Palatino, pueden convertirse en 25-50 y a veces incluso en 60-70. Los precios varían según las leyes de este particular “mercado”: horario, alta o baja estación turística y dimensiones de la fila. Todo depende también de la habilidad del revendedor y de la ingenuidad del turistas, porque la vigilancia policial es prácticamente inexistente.
La clientela suele ser siempre numerosa, porque el célebre monumento está entre los más visitados de Italia: En el pasado año acudieron 5,6 millones de turistas, con una facturación de unos 40 millones de euros, el doble de Pompeya y tres veces la Galería de los Uffizi de Florencia, lugares en que se consuma un fenómeno parecido.
Otro tanto ocurre en los Museos Vaticanos, donde los espacios para los revendedores están divididos y cerrados a los concurrentes. Se ofrece un “tour” con cifras exorbitantes y con la promesa de saltarse la fila para el ingreso en los Museos Vaticanos. Aquí el ejército de revendedores y guías, en su mayor parte jóvenes, se compone de más de 100 personas que presiden diariamente las zonas estratégicas con mayor flujo turístico que rodean los Museos: via Ottaviano, plaza Risorgimento y via de Porta Angelica. El diario “La Repubblica” cuenta el caso concreto de una joven revendedora que para a un grupo de turistas españoles en via Ottaviano: “¿Vais a los Museos Vaticanos? Si queréis con 10 euros más por persona os hago superar la fila, si no tendréis que esperar más de tres horas”, les dice la joven. “El grupo, apenas llegado a Roma, procedente de Sevilla, se plantea la opción; después, termina por aceptar seguir a la joven a la agencia para la que trabaja. Obviamente, la fila tendrán que hacerla igualmente, pero esto lo descubrirán más tarde”, cuenta “La Repubblica”.
Impotencia policial
La verdad es que bastaría con mirar la página web del Coliseo o Museos Vaticanos para descubrir que es posible hacer la reserva de la visita y así evitar la fila, pagando algún euro de más.
Los hay todavía más pillos y astutos, permitiéndose jugar con la buena fe de algunos peregrinos y su deseo de ver al Papa Francisco. En el citado diario, la presidenta de la Comisión de Seguridad del I Municipio, Iside Castagnola, hacía esta denuncia: “Suceden cosas aún peores que la reventa de entradas; hay quien engaña a los peregrinos ofreciéndoles, por 60 euros, la falsa oportunidad de tomarse un té con el Pontífice”.
La policía confiesa que se siente impotente para hacer frente a esta plaga de revendedores y estafadores: “Este tipo de actividad supone el repartirse el territorio por parte de los diversos personajes que operan en los alrededores del Vaticano. Pero el aspecto más preocupante es el aumento constante del fenómeno. Los medios a nuestra disposición son limitados. En el reglamento de la policía municipal ni siquiera se hace mención a tales actividades. Es necesario introducir en el reglamento esos delitos específicos”, manifiesta Massimo Ancilloti, jefe de la policía municipal del grupo Prati.
Hay en estudio iniciativas, como multas y prohibición de esas actividades en los alrededores del Coliseo y del Vaticano. No será fácil erradicarlas: En Italia hay todavía gente que se aprovecha de algunos de sus males antiguos y problemas no resueltos.