La ola pop inunda París

El viejo aroma de la capital francesa se halla ya en el desván y una nueva ciudad florece de la mano de los jóvenes

La ola pop inunda París juan pedro quiñonero

juan pedro quiñonero

Para los parisinos de 15 a 25 años, el viejo París castizo de sus padres y abuelos está muerto, enterrado en la tumba de los trasteros familiares.

Ellos -los nuevos parisinos y parisinas jóvenes- están inventando un nuevo París, donde la hora del bocata se pasa en un «snack time», donde el viejo bocata tradicional ha sido sustituido por hamburguesas de la tradición norteamericana (en una hamburguesería presentada en inglés, claro, «Genuinely Good Burgers»), donde se meriendan perritos calientes «de la mejor tradición francesa» («Hot-Dogs French Fashion»), cuando la penúltima moda son los sandwichs vegetarianos con salsas californianas, como dudarlo (“Frenchy Fast Food Vegetarien”).

En la plaza de la Concordia (la plaza donde estuvo instalada la guillotina, durante el Terror, en 1793), encrucijada turística muy canónica, las jóvenes turistas se disfrazan de «parisinas de toda la vida» (con boina roja y camiseta marinera), conduciendo viejos 2CV para dar una nota «pop» al gusto de turistas australianos.

En Saint-Germain y Saint-Michel (los rostros acomodado y proleta del turismo de masas), numerosos establecimientos proponen a su clientela degustar «burguers french fashion» rodeados de fotografías de la mitología pop más tradicional: de Mickey Mouse a Superman, pasando por los inevitables cartelones de Roy Lichtenstein.

En el Marais, la Bastille y el distrito XI (encrucijada para la moda de nuevo cuño), lo nuevo y moderno es sustituir los antiguos talleres artesanales por tiendas de diseño pop. Ante Notre Dame y el Sagrado Corazón, el pop turístico barre con sucedáneos culturales no siempre fabricados en China.

Ante la crisis, los grandes edificios históricos deben recurrir a la imaginería publicitaria de las grandes marcas con mercado mundial (Apple, colas americanas, etcétera) para pagar con publicidad pop la restauración de venerables monumentos víctimas de la crisis presupuestaria del Estado. En ese terreno, Penélope Cruz vende muchísimo glosando las presuntas virtudes afrodisíacas de bebidas euforizantes.

¿Sobrevivirá París a tales estragos? Sí: asistimos a la floración de un nuevo París pop.

La ola pop inunda París

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