La bolsa se desploma tras el triunfo electoral de Dilma Rousseff en Brasil

Las acciones de Petrobras se hunden un 14% en un contexto de pérdidas generalizadas ante la victoria del gobernante PT

La bolsa se desploma tras el triunfo electoral de Dilma Rousseff en Brasil efe

carmen de carlos

La casaca blanca de Dilma Rousseff y la elegante guayabera del mismo color de Luiz Inacio Lula Da Silva, uniforme con el que se presentaron tras ganar las elecciones, reemplazó al rojo histórico del PT (Partido de los Trabajadores). El gesto no fue casual. El mensaje implícito era que iban en son de paz y el explícito, lo pronunció la presidenta reelecta con una declaración de buenos propósitos: «cambio», «unidad», «diálogo», «comunicación», «bases de entendimiento», «reformas», «debate», «plebiscito» y «consenso», fueron sus banderas postelectorales. Dicho esto, ni una palabra directa para el senador Aécio Neves, el adversario que la felicitó veloz y menos para el PSDB (Partido de la Socialdemocracia de Brasil) y principal bloque de oposición que tendrá enfrente en los próximos cuatro años.

Los que hablaron de inmediato fueron los mercados financieros. Ayer la bolsa caía más del 6 por ciento, las acciones de Petrobras (la Repsol semiestatal brasileña) se hundían hasta un 14 por ciento y el dólar cruzaba la barrera de los 2,56 reales. La legislatura que inaugurará Dilma Rousseff el 1 de enero difícilmente será continuidad de la actual. La presidenta dijo haber «escuchado las urnas» aunque no entendió que «Brasil esté dividido. No lo creo», comentó convencida de que una campaña es solo eso y las infamias se las lleva el viento que entiende más del «fragor» del momento y sus «pasiones encontradas» que de cuentas pendientes. Quizás tenga razón pero, por los comentarios y los rostros de las primeras espadas del PSDB y de su propio partido, no parecería. «Lula quiere revertir ese odio que ha brotado contra el PT», reconoció el «petista» Jacques Wagner, gobernador electo de Minas Gerais.

La misión de Neves

Aécio Neves, a partir de ahora se atribuye la misión de, «convertirse en jefe de la oposición y tiene fuerza para lograrlo», observa el profesor Emmanuel Publio Dias. El candidato que tocó techo con el 48 por ciento de los votos conserva su escaño en el Senado donde se han incorporado otros dos «tucanos de oro», su candidato a vicepresidente Aloizio Nunes y Jose Serra, ex gobernador de Sao Paulo. Sin este bloque difícilmente podrá la presidenta abordar las reformas que anunció y las que, posiblemente, silenció.

La primera fue, un cambio constitucional para hacer una «reforma política a fondo» para la que anticipó la convocatoria de «un plebiscito». «Es la reforma más importante. Vamos a encontrar la fuerza y legitimidad que necesitamos. Lo discutiré en profundidad con el nuevo Congreso», prometió.

El tema que más urticaria produce en su Gobierno y el PT tampoco escapó de sus promesas. «Tendré un compromiso riguroso de combate contra la corrupción» e «incorporaré cambios en la legislación para acabar con la impunidad que es la protectora de la corrupción». Este «cambio» responde a las demandas o, como califica Publio Dias, «al hartazgo de la sociedad que lleva años desayunándose un escándalo tras otro».

En la victoria de Rousseff hay diferentes aspectos a analizar pero el más curioso es que haya logrado convencer al 51 por ciento largo de la ciudadanía con su eslogan «muda mas» (cambia más) cuando llevaba cuatro años para «mudar» y ocho anteriores con Lula «mudando». «El 70 por ciento de los brasileños quería un cambio y ella, con el publicista Joao Santana, lo asumió como propio. En términos de campaña resulta una estrategia formidable», reflexiona el politólogo Humberto Dantas.

En cuanto al futuro liderazgo de Aécio Neves, Dantas aprecia que tendrá algunas dificultades dentro de su propio partido, «hay luchas intestinas, no todos hicieron campaña por él pese a que es el presidente del PSDB y ojo, que el candidato a Presidente ocupe ese cargo es algo nuevo», reflexiona.

Para ilustrar las divisiones del PSDB recuerda que «Aécio fue de los pocos que defendió la gestión de Fernando Henrique Cardoso. Lula y Dilma dijeron barbaridades en la campaña, le compararon con los nazis y trasladaron el mensaje de que Brasil comenzó a existir cuando llegó el PT al poder, que antes no había nada. Pero la defensa no vino de las filas del partido sino de la prensa», recuerda.

Reacción previsible

Como era de esperar los mercados reaccionaron con gesto adusto a la victoria de Rousseff y no creyeron en sus buenas intenciones de la víspera: «Vamos a retomar nuestro ritmo de crecimiento, empleo y salario… Seguiré combatiendo la inflación (roza el 7 por ciento», dijo. El gerundio, dados sus fracasos en la economía, no pareció una buena señal para el mundo de las finanzas que reclama un giro de 180 grados a su modelo económico.

La intervención de Lula en la campaña y la filtración interesada de que el ex presidente intentaría volver en el 2018 al Palacio de Planalto y estará más presente en el Gobierno de Dilma, no influyeron en los mercados financieros que esperan conocer, cuanto antes, quién será el nuevo Ministro de Economía y descubrir si Dilma Rousseff le deja hacer su trabajo o sigue, como hasta ahora, diciendo la primera y la última palabra en una economía que, con suerte, este año cerrará con 0,25 de crecimiento.

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