El adiós de Mujica abre la puerta al fin de la hegemonía de la izquierda en Uruguay
Los uruguayos eligen el domingo al sucesor del carismático presidente. Las encuestas apuntan al posible final de un decenio de gobiernos izquierdistas del Frente Amplio
El presidente José Mujica agota su mandato y la política uruguaya entra en la centrifugadora electoral con la posibilidad del retorno de los partidos tradicionales al poder dibujándose en el horizonte. Un total de 2,6 millones de uruguayos están llamados hoy a las urnas en la primera vuelta de las elecciones legislativas y presidenciales, y las encuestas describen una igualdad que podría poner fin a los diez años de hegemonía del Frente Amplio , la coalición de izquierdas que rige este pequeño país sudamericano.
El vacío que deja la peculiar figura del antiguo guerrillero tupamaro, cuya gestión aprueba en la mayoría de los sondeos, es solo comparable a lo apretado del ciclo electoral que ahora arranca, que, según todos los pronósticos, no se decantará hasta la segunda vuelta, conocida en la República Oriental como balotaje, y que se celebraría el próximo 30 de noviembre. En Uruguay el presidente no puede presentarse a la reelección de manera consecutiva y el candidato alternativo designado por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, «un socialista a la europea» que ya presidió el país entre 2005 y 2010, no tiene tanto tirón como «el Pepe».
El gran beneficiado es Luis Alberto Lacalle Pou, hijo de otro expresidente y cabeza de cartel del Partido Nacional, al que los sondeos auguran un 32% de los votos, lo que le permitiría forzar una segunda votación en la que, previsiblemente, recabaría gran parte de los apoyos que vaya a obtener el Partido Colorado, el tercero en discordia. La otra gran formación histórica de la política uruguaya concurre con Pedro Bordaberry. Pese a los crímenes de su difunto padre, el dictador Juan María Bordaberry, el 15% de votantes que le asigna la demoscopia podría ser clave en el probable desempate entre Vázquez y Lacalle Pou.
Mujica quería retirarse, pero las dudosas expectativas del Frente Amplio le han empujado a seguir como senador
Los inquietantes y menguantes expectativas de su Frente Amplio han obligado a Mujica, denostado como estrafalario por los sectores más conservadores pero ampliamente reconocido por su bonhomía y honestidad, a rectificar su propósito inicial de retirarse. Camino de cumplir 80 años, el todavía presidente soñaba con pasar su vejez inculcándole a los más jóvenes el amor por la naturaleza, pero las dudas en torno a las posibilidades de su sucesor le han empujado a anunciar que continuará como senador y mantenerse como un activo electoral de la coalición gobernante.
El frente de la inseguridad
Tabaré Vázquez, médico de 74 años, parte con la rémora de la división que provocó en el oficialismo su triunfo en las elecciones internas sobre Constanza Moreira, la aspirante preferida por los sectores más a la izquierda del Frente. De Vázquez no se olvidan hechos como que, en su época de presidente, apelara al juramento hipocrático para negarse a firmar la ley del aborto que el legislativo había aprobado. La derrotada Moreira advirtió que un candidato así desmovilizaría a parte del electorado y las encuestas indican que quizá estaba en lo cierto.
Vázquez ha intentado en la campaña presentarse como garantía de continuidad para el crecimiento económico y la cohesión social de los años de Mujica, que culminan con el crecimiento económico de entre el 3 y el 4% previsto para 2015, un dato favorable que sus rivales han eclipsado apuntando el foco a la inseguridad ciudadana, sin duda, la gran preocupación del uruguayo medio hoy día. Tanto es así, que el domingo se votará también un referéndum impulsado por la oposición para rebajar a 16 años la edad de imputabilidad penal, la medida estrella propuesta por el Partido Colorado para frenar la delincuencia.
La figura emergente es la de Lacalle Pou, que a sus 41 años representa la savia nueva en las instituciones. Lacalle ha optado por una campaña de guante blanco, «la positiva» la llama él, y un discurso casi exento de cualquier carga ideológica con constantes guiños a los votantes de Bordaberry. Sabe que los necesitará.