El ciclismo en Sao Paulo deja de ser un deporte de riesgo
La metrópolis brasileña ha sido tradicionalmente un territorio vedado para los ciclistas, que han sido víctimas de atropellos salvajes. Pero las cosas podrían estar empezando a cambiar
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Como ocurre con casi todo el mundo, un día aprendí a andar en bicicleta y nunca más me olvidé cómo montarse en una. Es una de esas cosas que uno aprende, casi tan instintivas como andar y hablar. Pero como muchos que viven en Sao Paulo , la mía llevaba mucho tiempo guardada en un rincón de la casa. Las ganas de pasear con ella se me pasaban cada vez que leía sobre un nuevo accidente, casi siempre fatal, con algún «cicloactivista», como le llaman aquí a los tercos que durante años se arriesgaron a ir al trabajo y hacer la vida en bicicleta, en la ciudad de los embotellamientos y del tránsito salvaje.
En Sao Paulo muere un ciclista por semana, generalmente jóvenes, con una edad promedio de 35 años. Uno de los casos más impactantes ocurrió el año pasado, cuando el pintor de paredes David, de 21 años, que un domingo en la mañana iba al trabajo en bicicleta, perdió un brazo que le fue arrancado por el auto Alex, un estudiante de psicología de la misma edad, que volvía a casa después de una fiesta y manejaba embriagado. Alex huyó del local sin ayudar a David, cuando se dio cuenta que el brazo del pintor estaba dentro de su coche. Sin pensarlo, Alex manejó algunos kilómetros y tiró el brazo de David en un río, quitándole la posibilidad de un reimplante.
La ciudad ha lanzado un programa para fomentar el uso de la bici
Esta historia escalofriante sucedió en plena avenida Paulista, una suerte de Gran Vía de Sao Paulo, y nos hizo a mí y a muchos paulistas mantener la bicicleta arrinconada, traumatizados con lo que le pasó a David, que gracias a donaciones y a la solidaridad de muchos, usa ahora un moderno brazo mecánico.
Felizmente las cosas están cambiando drásticamente en la ciudad de los «ciclo-asustados», que éramos la mayoría. La Alcaldía de Sao Paulo lanzó este año un programa que implantará 400 kilómetros de bicicletas en prácticamente un año, y el proyecto incluye la Avenida Paulista, donde por ahora funciona una ciclovía temporaria, en la que se puede pasear los domingos y festivos. En esos días mi bici y yo circulamos sin miedo, junto con millares de personas que aprovechamos una de las buenas cosas que se pueden hacer en la ciudad los fines de semana.
Pero con el programa lanzado hace dos meses por el alcalde Fernando Haddad, que a veces llega al trabajo en su bicicleta, ya es posible pensar que muy pronto eso se volverá una rutina. En sólo dos meses, Haddad está implantando a toda velocidad las ciclovías, en las que ya puede andarse todos los días de bicicleta. Buena parte del centro de Sao Paulo ya tiene sus pistas pintadas de rojo, con un total de 80 kilómetros, y la meta es llegar a 200 kilómetros hacia el fin del año.
Recelo ante la novedad
Al principio la novedad no fue bien recibida por todos, especialmente en una ciudad en que se dice que las personas ya nacen con cuatro ruedas. Corazón de un emblemático polo automotriz, de donde surgieron personajes como el ex presidente y operario mecánico, Luiz Inácio Lula da Silva , Sao Paulo tiene 7,6 millones de vehículos, una infinidad de estacionamientos y una estructura pensada para quienes usan coches.
Los hábitos de la ciudad empiezan a cambiar
Con mucha antipatía de los automovilistas, la Alcaldía está subvirtiendo ese orden, instalando ciclovías, pensando en una mejor estructura urbana para los ciclistas e integrándola al transporte público. Conforme pasan los días y avanzan las canaletas para las bicicletas, comienzan a cambiar los hábitos de la ciudad. Empresarios comienzan a invertir en talleres mecánicos, en servicios de entregas de bicicletas, aumenta el número de personas que comienzan a ir al trabajo en dos ruedas y la simpatía por la novedad. Un 88% de los paulistas ya apoyan las ciclovías y el número de los que pasaron a usar bicicletas, aumentó un 50%. Mi bici es una que dentro de poco debe salir del rincón para perderle el miedo a las calles.