Obama afronta la campaña de las legislativas como convidado de piedra

Los candidatos de su partido temen perder votos si el presidente aparece con ellos

Obama afronta la campaña de las legislativas como convidado de piedra REUTERS

emili j. blasco

El ébola impidió ayer a Barack Obama subir al helicóptero y marcharse de campaña electoral. Una reunión de urgencia en la Casa Blanca sobre la crisis sanitaria le hizo quedarse en tierra. Tampoco es que su presencia junto al gobernador demócrata de Connecticut, Dannel Malloy, fuera importante. En las legislativas del 4 de noviembre, la batalla no está precisamente en el puesto de Malloy, cuya reelección no es difícil y por eso invitó al presidente a pasearse por su estado. Un presidente en horas bajas no es el mejor acompañante en una campaña electoral, así que muchos candidatos demócratas prefieren que Obama esté cuanto más lejos mejor en las semanas que quedan hasta el día el 4. Ese martes se elige toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, así como los gobernadores de diversos estados.

Las encuestas indican que los republicanos pueden hacerse con el control del Senado, además de mantener el que ya tienen en la Cámara. Lo que pondría a los dos hemiciclos del Congreso contra Obama y remarcaría aún más el carácter de «pato cojo» que los presidentes tienen en la segunda mitad de su segundo mandato.

Cuando Obama fue elegido en 2008 fue saludado «como el líder transformador que había rehecho la política estadounidense creando un nuevo mapa electoral y una coalición electoral de votantes para dar forma al Partido Demócrata del siglo XXI», escribió «The New York Times» . «Pero ahora», añadió el diario, «ha sido reducido a algo distinto: una figura política aislada que es vista como una carga para los demócratas en los mismos estados en los que los votantes, por miles, una vez le vitorearon».

Las elecciones a mitad de mandato de un presidente, además, pueden usarse como voto de castigo contra la Casa Blanca: le ocurrió a Obama en 2010 (fue el auge del Tea Party) y puede sucederle de nuevo ahora. La batalla política se centra en estados como Colorado, Carolina del Norte, Virginia o Iowa, donde los candidatos demócratas al Senado están en números más bajos y, de perder, probablemente otorgarían a los republicanos la mayoría senatorial. En la actualidad, el Partido Demócrata cuenta con 55 puestos y el Republicano con 45.

Obama no ha sido invitado por los candidatos a senador de esos estados y sus apariciones electorales se limitan a lugares en los que los demócratas tienen tantos votos que un negativo «efecto Obama» no impedirá la victoria. En la recta final de la última semana, el presidente se limitará a acudir a la campaña de algunos gobernadores, cuya suerte queda al margen de la pugna por las mayorías en el Congreso. Por su parte, Michelle Obama, está acudiendo principalmente a distritos en los que los demócratas necesitan una amplia movilización de voto femenino y afroamericano para vencer a republicanos más fuertes.

Popularidad a la baja

El confuso modo de gestionar las crisis internacionales y la imagen de falta de liderazgo han castigado los índices de aceptación de Obama. La última encuesta, publicada ayer por la cadena ABC y el diario «The Washington Post» , bajaba su aprobación al 40%, su peor dato hasta ahora. Entre quienes no son ni demócratas ni republicanos, su aprobación ha descendido al 33%. La política exterior le lastra especialmente: solo el 35% de los estadounidenses aprueba su gestión contra el Estado Islámico, cifra que era del 50% hace un mes.

Esto contrasta con la mejora de la situación económica, pero todo indica que esa mejoría no se está reflejando en la intención de voto. Aunque el paro descendió en septiembre al 5,9 por ciento, la lenta recuperación ha impedido que la salida de la crisis haya generado un especial optimismo social.

No obstante, Obama sigue siendo un buen recaudador para las arcas del Partido Demócrata. Personajes de Hollywood y otras fortunas alineadas con los demócratas siguen respondiendo bien a las cenas de recogidas de fondos protagonizadas por el presidente.

Obama ha sido uno de los titulares de la Casa Blanca más dedicados a esa función: rara ha sido la semana que al menos un día no lo haya consagrado a acudir a algún punto de EE.UU. para llevar a cabo esa colecta, en un país en el que las campañas electorales no se cubren con fondos públicos, sino privados.

Obama afronta la campaña de las legislativas como convidado de piedra

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