Calabazas a Frankenstein en la Gran Manzana

La fiebre estadounidense por Halloween abre nichos de negocio inesperados, como el de las hortalizas con la efigie del monstruo de Mary Shelley

Calabazas a Frankenstein en la Gran Manzana reuters

JAVIER ANSORENA

El «Indian summer» o «verano indio» es la versión estadounidense del «veranillo de San Miguel»: unos días de otoño –de finales de septiembre a principios de noviembre- con temperaturas demasiado altas para la época. Hoy, como ayer y el lunes, los termómetros llegarán en Nueva York a los 23 grados. A pesar del calor inusual, el ambiente es otoñal porque las hojas no han podido evitar caerse de los árboles y porque la máquina de la mercadotecnia de la temporada carbura a pleno rendimiento. Se inundan de calabazas los frontales de los «delis» y bodegas; de disfraces las tiendas de «todo a cien»; de telarañas de mentira y fantasmas hinchables las escalinatas de los «brownstones»; de anuncios de fiestas terroríficas en los clubs del Meatpacking los correos electronónicos; de café «latte» especiado y con sabor a calabaza los vasos de plástico del Starbucks de las estudiantes de NYU.

Halloweeen, Todos los Santos, el Día de los Muertos es quizá la fiesta más popular que se celebra en Nueva York. El fin de semana del 31 de octubre al 2 de noviembre, la ciudad se llenará de momias, dráculas, fantasmas y zombies o de disfraces de cualquier cosa con un hilillo de sangre en la boca y dientes de vampiro. Faltan dos semanas para que se multipliquen las celebraciones, pero la banda magnética de las tarjetas de crédito ya humea. Los datos de la Federación Nacional de Comercios de EE.UU. (NRF, en sus siglas en inglés) apuntan a que los estadounidenses se gastarán este año 7.400 millones de dólares en Halloween. La fiesta es el pistoletazo de salida de la gran temporada del consumo en EE.UU., que llega hasta los regalos de Navidad, pasando por las rebajas posteriores al día de Acción de Gracias.

Según los datos de la NRF, el 66% de los estadounidenses planea celebrar Halloween y se gastarán una media de 77,5 dólares por persona. Solo en disfraces para mascotas se calcula un gasto de 350 millones de dólares.

La fiebre por Halloween es tal que está abriendo nichos de negocios inesperados. Por ejemplo, el de la calabaza-Frankenstein. Tony Dighera, un agricultor de California, las cultiva con un molde de plástico que les da la forma de la cabeza del monstruo de Mary Shelley. Dighera, que empezó a experimentar en 2010, ha tenido que probar con 27 variedades de calabazas distintas hasta dar con la apropiada. Este año ha cultivado 5.500 y se las han quitado de las manos. Las ha vendido a 75 dólares y luego los comercios las ponen a cien dólares (aunque dada la escasez, seguro que cuando se acerque el día 31 su precio se dispara).

Dighera ya piensa en ampliar el negocio y, con la atención que han despertado sus calabazas, seguro que no tendrá problemas en colocarlas el año que viene. Solo tendrá que contar con el favor del cielo. No con el cielo en sentido teológico –que seguro que no ve con buenos ojos tanto fervor pagano- sino con el que trae la lluvia. La sequía que afecta a California –el segundo estado que más calabazas produce, después de Illinois- hace que peligre la cosecha para el año que viene. Algunos agricultores han dicho que, si no llueve lo suficiente, no podrán mantener la producción.

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