eLECCIONES pRESIDENCIALES DE bRASIL

Marina Silva, una superviviente

Fue ministra con Lula da Silva pero acabó renunciando por diferencias con la entonces ministra de Minas y Energía, Dilma Rousseff

Marina Silva, una superviviente AFP

cARMEN DE cARLOS

La historia de Marina Silva es comparable a la del ex presidente Lula por su afán de superación pero tiene más similitudes con la de Evo Morales por sus raíces rurales. Dicho esto, ella es diferente y su vida, también.

María Osmarina Silva de Souza, de 56 años, es una superviviente. Nació con todo en contra para ser alguien en Brasil. El color de la piel, el lugar donde se crío y la familia numerosa a la que pertenece, no eran buenas cartas de presentación para una analfabeta total que aprendió a leer a los 16 años. Hoy, recita de memoria a Lacan, Victor Hugo y la Biblia.

Marina abrió los ojos en Breu Velho, una aldea amazónica del Estado de Acre. La población subsistía recolectando caucho, práctica a la que se dedicó durante un tiempo. De aquella época le queda el recuerdo de Chico Méndes, su padrino político y líder amazónico asesinado a tiros.

También de aquellos años le queda en su cuerpo el recuerdo de cinco malarias, tres hepatitis y un envenenamiento por mercurio. La dieta que mejor tolera por eso es pollo, arroz y agua templada. El desgaste de la campaña, la presión y los ataques sin compasión del PT (Partido de los Trabajadores) le hicieron perder estas semanas tres kilos y quedarse con apenas 50. En el último debate presidencial los pantalones que antes le ajustaban le dieron cierta holgura, la misma que necesitaba –y no pudo- conquistar en ese estudio de televisión para consolidarse como segunda opción indiscutible.

Marina trabajó desde los 5 años. Lo hizo ayudando a su familia en el campo. Estuvo a un paso de tomar los hábitos de monja (ahora es evangélica). Fue empleada doméstica, maestra y se licenció en Historia antes de zambullirse en el mundo de la política. Los cambios empezaron cuando se afilió al PT y fue elegida concejal de la ciudad de Río Branco. En apenas seis años se convirtió en la senadora más joven de Brasil. Tenía 36 años.

Lula, el operario y sindicalista que llegó a la Presidencia de Brasil la nombró ministra de Medio Ambiente. Terminó renunciando por diferencias con el Gobierno y con, ironías del destino, Dilma Rousseff, la por entonces poderosa ministra de Minas y Energía.

Frágil de aspecto, con una personalidad fuerte y convicciones que en la campaña la han hecho trastabillar al intentar adaptarse a las preferencias del electorado, Marina se unió al Partido Verde (PV) y logró un 20 por ciento de apoyo en las elecciones del 2010.

En estas elecciones, por problemas burocráticos, no logró inscribir a tiempo a su nuevo partido: Red Sustentable. Eduardo Campos, el candidato original del Partido Socialista, vió la oportunidad de cerrar filas juntos. La «eco-capitalista» como la definen al tratar de explicar el modo que tiene de conjugar políticas de protección del paneta y desarrollo económico, aceptó. Tras la muerte de Campos, el baile de las encuestas la disparó como favorita pero el sueño duró poco.

Marina Silva, una superviviente

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación