Las manifestaciones por la democracia hacen saltar las diferencias entre chinos y hongkoneses
Los estudiantes suspenden el diálogo con el Gobierno regional por los ataques de prochinos contra los manifestantes
Parecía muerta, pero la «Revuelta de los Paraguas» de Hong Kong se ha reactivado por los ataques que están sufriendo los manifestantes que reclaman democracia. Desde el viernes, sus campamentos son acosados por los contrarios a las protestas, que critican los perjuicios que causan a la ciudad y apoyan al autoritario régimen de Pekín, del que depende esta antigua colonia británica desde su devolución a China en 1997.
Durante toda la noche, la tensión volvió a estallar en Mong Kok, una populosa zona de Kowloon , al otro lado de la bahía, donde abundan los emigrantes chinos venidos del continente. Después de que cientos de prochinos asaltaran el campamento de los manifestantes, miles de personas se echaron a la calle para protegerlos. Entre forcejeos, insultos y amenazas, se desataron numerosas peleas que acabaron con varios heridos y 19 detenidos. Según anunció la Policía de Hong Kong ya de madrugada, al menos ocho de ellos tenían conexiones con las «triadas» (mafias locales).
“Me he enterado del asalto por internet y he venido corriendo para proteger a los manifestantes”, relataba anoche a ABC Dennis , un oficinista de 34 años que prefería no decir su apellido pero contaba que había tardado una hora en llegar porque venía en autobús desde los Nuevos Territorios, cerca de la frontera con China. «Hay rumores de que el ataque ha sido perpetrado por matones de alguna “triada” (mafia) a los que les han pagado 800 dólares de Hong Kong (82 euros)», explicaba citando de nuevo a las redes sociales como el origen de estas habladurías.
En el otro bando, la comunidad china que vive en la zona coreaba soflamas contra los estudiantes y a favor del Gobierno central de Pekín. Exaltado, un hombre de unos cincuenta años agitaba tres pequeñas banderas chinas mientras, a su lado, una mujer de su edad intentaba atravesar la barrera policial para agredir a los manifestantes. «Los estudiantes dicen que China nos quita la libertad, pero yo amo a Hong Kong y veo que son ellos los que están enturbiando nuestra vida», se quejaba la mujer en mandarín con un fuerte acento cantonés.
«Han venido a provocarnos y a atacarnos, pero hemos respondido de forma pacífica», protestaba Kit Loi, una vecina que resaltaba las diferencias entre las dos comunidades. «Nosotros nos sentimos hongkoneses y ellos chinos aunque muchos hayan nacido aquí. Cada vez vienen más chinos a vivir aquí o de compras y han cambiado el barrio, donde los precios han subido porque se ha llenado de joyerías, tiendas de electrónica y farmacias para ellos», se quejaba la mujer. Además de despreciar sus formas rudas, criticaba que “los turistas chinos vienen aquí y piensan que nos están salvando la vida porque tienen mucho dinero, mientras nosotros que trabajar duro y ahorrar para pagar nuestras hipotecas”, resumía un problema que no es sólo político, sino también social.
Con lazos azules, para distinguirse de los amarillos que portan los partidarios de las protestas, los prochinos les reprochan los daños que están causando a la vida cotidiana por la ocupación de tres zonas: Admiralty, donde han rodeado la sede del Gobierno y cortado una importante avenida de acceso al centro; Causeway Bay, un área plagada de tiendas y restaurantes; y Mong Kok, en la intersección entre Nathan Road y la calle Argyle.
Además de devolver la tensión a Hong Kong, el ataque contra este último campamento ha truncado el acercamiento entre los estudiantes, auténticos protagonistas de estas protestas, y el Gobierno regional. Antes incluso de que empezaran las conversaciones con la secretaria jefe del Gabinete, Carrie Lam, la Federación de Estudiantes decidió el viernes suspender el diálogo acordado solo un día antes. Dicho acuerdo había decepcionado y dividido a los manifestantes, que lo consideraban una oportunidad perdida por no haberle arrancado ningún compromiso al Gobierno ni haber logrado la dimisión del jefe ejecutivo de la isla, Leung Chun-ying.
Después de una semana de protestas pacíficas, ha estallado la violencia en Hong Kong, donde las manifestaciones reclamando democracia a Pekín han hecho saltar las diferencias políticas y sociales entre los habitantes de la isla y la comunidad china.
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