Autócratas premiados por el yihadismo
La expansión de la amenaza del radicalismo islámico está asentando en el poder a enemigos de la democracia como el presidente sirio o el egipcio, vistos por Occidente como un mal menor
![Autócratas premiados por el yihadismo](https://s1.abcstatics.com/Media/201409/25/assad-autocratas--644x362.jpg)
Mohamed Uld Abdelaziz ha sido reelegido el pasado mes de junio como presidente de la República Islámica de Mauritania. Su presencia en el poder es vista de forma tranquilizadora por su compromiso en la lucha contra el terrorismo islámico en un país al que la franquicia de Al Qaida llegó a poner contra las cuerdas a finales de la década pasada, cuando el rally más famoso del mundo, el Paris-Dakar decidió hacer las américas.
Pero este general era el jefe de la Guardia Presidencial del primer jefe del Estado elegido de forma democrática en el país magrebí cuando se hizo con el poder en agosto de 2008 por medio de un golpe militar. Nada de eso ha supuesto una mancha en el currículum del mandatario frente al logro que supone el haber aplacado el empuje de los terroristas en una región de creciente inestabilidad.
Una evolución similar ha tenido lugar en Siria y Egipto. Con la explosión de la Primavera Árabe hace casi cuatro años ambos países se vieron envueltos en revoluciones que, si bien han tomado caminos diferentes, sí mantienen a los protagonistas del levantamiento lejos de las esferas de poder. Ya no se habla tanto de democracia como de frenar la deriva yihadista.
El juego de intereses es radicalmente distinto del que se alumbraba a principios de 2011 cuando el presidente de Túnez , Zine El Abidine Ben Alí, fue el primer dictador en caer bajo el peso de la presión popular, que corrió como la pólvora a otros países y contagió a la comunidad internacional de unas esperanzas democratizadoras hoy diluidas en gran parte. Ni siquiera Túnez, el país en el que más encarrilada y estable se aprecia la transición de poder, está exento de los intentos de los yihadistas por imponer su feroz dictadura del terror.
Oposición radicalizada
Por eso el presidente Bashar Al Assad se ha beneficiado de la diversificación y radicalización de la oposición que se levantó contra él, apuntalado al frente del país por su padre, Hafez El Assad. De ser el objetivo a batir hace pocos meses ha pasado a ser testigo mudo -y satisfecho- de cómo la alianza que lidera su enemigo estadounidense bombardea a los terroristas islámicos que han tratado de tumbar al régimen de Damasco.
Por otro lado, en Egipto, el acoso y derribo contra los Hermanos Musulmanes, ganadores de las elecciones y claros triunfadores de la carrera por el poder de la era post Mubarak, ha llevado a que otro general golpista, Abdelfatah Sisi , sea visto como otro mal menor en plena deriva del yihadismo a nivel internacional.
Ver a Sisi hombro con hombro hace unos días junto al secretario de Estado norteamericano, John Kerry , que viajó a Egipto a la caza de aliados en su campaña contra el Estado Islámico, no hace más que afianzar al militar golpista en el poder. El nuevo «rais» es para la comunidad internacional el heredero perfecto de la dictadura del depuesto Hosni Mubarak y su enemigo es el mismo: la todopoderosa maquinaria islamista de los Hermanos Musulmanes, sobre los que llueven sin piedad condenas en juicios puestos en entredicho de manera sistemática.