Segunda Guerra Mundial
Las tristes confesiones de los kamikazes japoneses antes de morir: «Mamá, quiero seguir unido a ti»
Analizamos, con la ayuda de Hugo A. Cañete, las mentiras históricas más extendidas de estos aviadores suicidas y recreamos de forma sonora los últimos mensajes que enviaron a sus familias
¿Qué le diría a sus padres si supiera que le quedan pocas horas de vida? ¿Les recordaría los buenos momentos que pasó junto a ellos? ¿Quizá les pediría perdón por haberse comportado mal en su juventud? El estudiante de economía Ichizo Hayashi simplemente abrió su corazón y confesó a su madre que había temido mucho un momento que ya había llegado: el de lanzarse con su Zero contra los buques aliados que avanzaban hacia el corazón de Japón en la Segunda Guerra Mundial.
'He tenido una existencia feliz, así que moriré soñando. Amada madre. Por favor, perdóneme y comprenda que mi egoísmo infantil procedía del inmenso amor que usted me profesaba. Estoy orgulloso de haber sido elegido como miembro de una Unidad Especial de Ataque preparada para el combate, pero no puedo evitar llorar cuando pienso en usted. Me entristece morir sin haber hecho nada que le haga feliz y sin compensar, de alguna manera, sus sufrimientos. Querría seguir unido a usted, madre. Es una gran persona y nunca seré capaz de abarcar su grandeza'.
Ichizo fue uno de los 4.000 japoneses que se suicidaron en un intento desesperado de detener al enemigo. Un kamikaze, como han pasado a la historia. «El nombre no se lo pusieron ellos, fue una interpretación libre realizada por los traductores estadounidenses de japonés», explica a ABC Hugo A. Cañete, fundador del 'Grupo de Estudios de Historia Militar', investigador de la Segunda Guerra Mundial y autor de varios artículos sobre los kamikazes.
Muchas son las mentiras que se han contado sobre ellos. Mitos exacerbados hasta el extremo por el cine, una fábrica masiva de leyenda negra. Sin embargo, las últimas cartas que escribieron a sus familias antes de morir derriban mentiras y forjan realidades. No eran locos, no eran fanáticos y tampoco eran iletrados a los que el Estado había lavado el cerebro. Su perfil se correspondía con el de prometedores estudiantes especializados en derecho, literatura y arte a los que su sentido del deber les llevó a poner la vida al servicio de Japón y del Emperador.
Créditos
Guion y producción: Manuel P. Villatoro.
Edición : Andrea Carrasco y Laura Odene.
Locución : Andrea Carrasco, Jesús Calero, Manuel P. Villatoro, David del Río, Fernando Sánchez, Javier Nadales y Pablo Ortega.
Colaboración : Hugo A. Cañete.
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