Bombas nucleares perdidas por Estados Unidos y nunca recuperadas: «Aún existen muchos secretos de los que no sabemos nada»
Documentos desclasificados y expertos en estos casos muestran que hubo más de un incidente de 'Broken Arrow' protagonizado por EE.UU. o Rusia
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La película 'Broken Arrow' de John Woo presenta el escenario de la pérdida de una bomba nuclear, fenómeno que en la jerga militar se conoce en español como 'flecha rota'. Un escenario único ante el que uno de los protagonistas del film responde:«No sé qué es más aterrador perder armas nucleares o que haya un término para eso». De hecho, desde 1950 se han documentado 32 accidentes con armas nucleares (acceso en este enlace) que implican desde la detonación, hasta el robo o pérdida de este arma por Estados Unidos. En algunos casos no se recuperaron.
«Aún existen muchos secretos nucleares de los que no sabemos nada», llegó a señalar Stephen Schwartz, autor de 'Atomic Audit', una obra que analiza el programa nuclear estadounidense.
Después de la Segunda Guerra Mundial y en plena la Guerra Fría se desató una carrera nuclear que hizo que EE.UU y la Unión Soviética empezaran a acumular arsenal atómico. Por entonces, EE.UU. inició la operación 'Chrome Dome', bombarderos estratégicos B-52 Stratofortress con carga nuclear que volaban día y noche siempre alerta en el caso de tener que responder a un ataque ruso por sorpresa.
Pero en algunos casos las cosas no salieran como se había planeado. Componen el historial desde bombas que se dejaron caer por error a las que fueron liberadas durante una emergencia y de las que nunca se volvió a saber.
El Gobierno de EE.UU. desclasificó informes (acceso en este enlace) en los que admitía que se habían extraviado 11 bombas nucleares: 6 en territorio estadounidense, y 5 en aguas del Océano Pacífico, Mediterráneo o Atlántico. En algunos casos, estaban preparadas para ser detonadas o bien no contenían supuestamente ninguna carga nuclear.
Y las misiones para recuperarlas también suponían riesgos para la zona. Jaya Tiwari, investigador del think tank Center for Defense Information de Washington, llegó a decir que algunos de estos accidentes fueron más peligrosos de lo que podría sospecharse.
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Asimismo, la ausencia de datos hace difícil saber con exactitud los impactos medioambientales que pueden haber causado. El caso de Palomares, en Almería, es paradigmático en España y ha vuelto a copar la actualidad después que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez acordasen reunirse para trabajar en una solución permanente para limpiar el suelo contaminado con plutonio de la localidad española. Pero no es el único ejemplo.
Oficial y extraoficial
El arma nuclear que más tiempo lleva desaparecida, 73 años, se perdió el 3 de febrero de 1950. El bombardero Convair B-36 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos realizaba una simulación de ataque, siguiendo la ruta Alaska-Texas, cuando tuvo problemas con su motor. Y para evitar estrellarse recibió la orden de liberar su bomba Mark 4 de 30 kilotones en el Océano Pacífico. El informe oficial señaló que la bomba no contenía el núcleo de plutonio necesario para una detonación nuclear, pero sí una cantidad sustancial de uranio.
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Y uno de los sucesos más destacados por los expertos ocurrió en enero de 1968, un bombardero B-52 cargado con cuatro bombas nucleares tras un intento de aterrizaje de emergencia se estrelló cerca de la base militar de Thule, Groenlandia. La versión de las autoridades americanas decía que las cuatro cabezas se destruyeron durante la explosión, y se organizó un operativo de militares y civiles para limpiar el material radiactivo de la zona. Por entonces, ya tenían en mente como modelo a seguir lo que hicieron en Palomares.
Pero documentos obtenidos por los medios destaparon que «una de las cabezas nucleares había atravesado el hielo y fue a parar al fondo del mar», donde a día de hoy sigue sin conocerse su localización exacta. El parlamento danés que representa a Groenlandia pidió un estudio sobre los daños que ha podido causar el accidente en la zona. Entre otras razones porque los trabajadores que intervinieron por entonces en la limpieza fueron a los tribunales europeos, aduciendo que sufrían severos problemas de salud desde que llevaron a cabo este trabajo. Sin embargo, es complejo establecer una relación directa entre ambos cuestiones, a nivel legal.
«Irremediablemente perdida»
Uno de los ejemplos que ha dado más que hablar fue el ocurrido en Savannah Georgia, en EE.UU. en 1958. Una aeronave de la fuerza aérea estadounidense regresaba a medianoche llevando una bomba de hidrógeno a bordo cuando colisionó con una aeronave. «El piloto del otro avión logró saltar en paracaídas, mientras que el bombardero planeó un aterrizaje de emergencia inmediato en el aeropuerto de Savannah», comentaba el teniente coronel retirado de la fuerza aérea de EE.UU., Derek Duke a los medios, que en 1998 reinició su búsqueda.
Sin embargo, el aterrizaje de emergencia en medio de una pista en plena construcción obligó al piloto a que decidiera deshacerse de una bomba nuclear de 6.500 kg en las costas de Georgia. Aunque el gobierno declaró que la bomba de hidrógeno no estaba equipada con plutonio, el teniente coronel Duke lo pone en duda debido a una carta de abril de 1966 en el que el asistente del secretario de Defensa, se refiere a la bomba como un «arma completa».
Y apostilló a la BBC que «el hombre que estaba allí esa noche, un experto en la tecnología nuclear, dijo que él nunca había recibido ni despachado una bomba en esa época que no tuviera plutonio». Después de que las autoridades la buscaran durante nueve semanas, la Fuerza Aérea declaró que la bomba estaba «irremediablemente perdida».
Al borde del abismo
Algunos incidentes como el del portaaviones USS Ticonderoga en 1965 que afectaba a Japón, según los documentos reunidos por el Instituto de Estudios Políticos de Washington, fueron ocultados deliberadamente por la Marina de EE.UU.. Y suponían una ruptura de la prohibición del uso de armas nucleares del tratado de seguridad entre ambos países.
Los estadounidenses, por entonces, estaban arrastrando un avión A4E Skyhawk, cargado con una bomba de hidrógeno a un elevador. Sin embargo, el piloto no advirtió que la nave estaba a punto de caer. Un fallo de cálculo hizo que la carga nuclear terminase en el fondo del mar de Filipinas hundiéndose a más a unos 130 kilómetros del archipiélago japonés de Ryukyu.
Pero un caso que supuso estar al borde de una explosión atómica se dió sobre Goldsboro, en Carolina del Norte en 1961. Un avión B-52 dejó caer dos armas nucleares sobre el terreno. Una de ellas se rompió, si bien la mayoría de sus partes fue recuperada, una de ellas quedó bajo 15 metros de fango. Al final la Fuerza Aérea estadounidense terminó comprando el terreno para evitar que extraños se acercasen al lugar de los hechos.
En cuanto a la segunda bomba quedó intacta gracias a que se abrió el paracaídas. Pero en un documento desclasificado de 1963, el secretario de Defensa de EE.UU. concluía que «se evitó una explosión nuclear por un mínimo margen».
Ciencia ficcion real
Sin embargo, Estados Unidos no es el único en extraviar bombas. Es más complicado acceder a las cifras de otros países como Rusia. Donde los incidentes tienen más que ver con submarinos nucleares soviéticos. Un incendio en 1970 en el sistema de aire acondicionado de un submarino nuclear K-8 se propagó cuando estaba en el Golfo de Vizcaya y se hundió con cuatro torpedos nucleares sin dejar rastro.
Más misterioso, y sacado de un guión de cine fue el del K-129 soviético cerca de Hawái, portando 3 misiles nucleares. EE.UU. intentó desplegar una operación secreta para recuperarlo con el apoyo del multimillonario cineasta Howard Hughes. Pero el 'Project Azorian' (se puede acceder con este enlace) fracasó porque el submarino se partió cuando intentaban subirlo a la superficie.
A medida que cambiamos de década se empezó a pensar en apostar por artefactos más pequeños y no solo en misiles con carga nuclear. Así, en los noventa ante el comité militar del Congreso de EE.UU. , Alexei Yablokov, un científico exmiembro del Consejo Nacional de Seguridad de Rusia y asesor del presidente Boris Yeltsin. Reconoció que Rusia desarrolló 250 bombas nucleares portátiles, y que las autoridades soviéticas no hacían un seguimiento exhaustivo de ellas. Por eso, algunos expertos han llegado a decir que Rusia perdió unas 100 de este tipo.
El caso español
Rafael Moreno Izquierdo, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro«La historia secreta de las bombas de Palomares», señala que lo anunciado recientemente sobre Palomares y la petición oficial para que se retire los más de 50.000 metros cúbicos de terrenos radioactivos, solo indica que Estados Unidos está abierto a dialogar sobre una segunda limpieza de Palomares, «pero esto no quiere decir que haya un compromiso, ya se anunció algo parecido en la época de Margallo y con el gobierno de Aznar», señala Moreno a ABC.
Pero, para Moreno. con ello están reconociendo que la primera limpieza de Palomares no fue completa «cuando en 1966 se vendió lo contrario. Es más se dieron certificados a los propietarios de las tierras que decían que las tierras estaban exactamente igual que antes del accidente, lo que hoy sabemos perfectamente que no era cierto. Y están firmados por las autoridades españolas en el caso del régimen de Franco y el gobierno de Estados Unidos».
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Añade que «da la sensación que los pasos que se puedan dar hacia adelante con Estados Unidos están relacionados con la presencia militar estadounidense en España. Es curioso la coincidencia entre la aceptación del Gobierno español de dos nuevos destructores para Rota y al menos la declaración pública de que están que están ahora dispuestos a sentarse a hablar de Palomares». Y matiza «España no ha desclasificado documentos relacionados con Palomares, lo que en realidad se sabe es por los documentos desclasificados por Estados Unidos».
Moreno también señala que «además del plutonio tenemos americio, que es mucho más volátil y dicen que que habrá más riesgo de americio suspendido para 2030»
Moreno indica que su libro pretende explicar por qué ese año había volando sobre Almería bombarderos B-52 con carga nuclear, y luego de manera más colateral plantear la pregunta de si España también tenía un programa nuclear. España tenía un proyecto de este tipo en palabras del general Velarde, «pero solo según sus palabras que no pueden ser confirmadas por terceros», apostilla Moreno.
Y según este general, Franco por lo ocurrido en Palomares y porque pensaba que se generarían tensiones con Estados Unidos detuvo el programa nuclear. Y los vuelos del B-52 se reanudaron solo 48 horas después del accidente de Palomares. «Hay cosas en el pasado que todavía no se entienden, pero sobre todo hay cosas en el presente que no se comprenden. Y el tema se sigue dilatando sin un diálogo que lleve a una limpieza definitiva».
MÁS INFORMACIÓN
Lo que conocemos sobre los accidentes nucleares solo es gracias a la desclasificación de documentos que se produce a cuentagotas. Pero puede que la contabilidad nuclear en B siga dando sorpresas.