'Terror rojo' contra el clero: los religiosos asesinados en la Guerra Civil cuya beatificación ha sido aprobada
Seis sacerdotes y seis laicos redentoristas fueron perseguidos y fusilados durante los primeros meses de la Guerra Civil
Ahora, el Papa ha reconocido su martirio
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Los primeros meses de la Guerra Civil española fueron de los más cruentos de la contienda . Expertos en el conflicto como Julius Ruiz han calificado esta etapa, así como la violencia posterior contra el clero, como una suerte de ' Terror rojo ' orquestado por milicianos exaltados. En el marco de este aumento de la tensión, seis sacerdotes y seis laicos redentoristas fueron detenidos y asesinados por el mero hecho de ser religiosos.
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Hasta ahora habían permanecido en el recuerdo, pero, desde el pasado sábado 24 de abril, sus historias han sido alumbradas por el foco de la actualidad gracias al Papa Francisco . Y es que, el sumo pontífice ha autorizado la promulgación de un decreto que reconoce el martirio de estos doce religiosos, cuya beatificación ha sido aprobada.
Violencia caliente
Según se afirma en un decreto publicado por la Congregación de las Causas de los Santos , la situación política y social española después de la sublevación es conocida, al igual que «el clima de persecución que los milicianos republicanos instauraron frente a todos los que se declaraban miembros de la Iglesia católica».
Añade, a su vez, que esta docena de religiosos padecieron la persecución y el odio por sus creencias, pero que no se retractaron de ellas a pesar de que «la persecución a la Iglesia en Madrid fue especialmente cruel» y multitud de iglesias fueron quemadas y desvalijadas.
El texto destaca, a su vez, que los religiosos que fueron asesinados no se dedicaban a la política, sino a ejercer su labor como siervos de la Iglesia. Destino que compartieron por culpa de la « clerofobia » que, según explican historiadores como Fernando del Rey (autor de «Retaguardia roja»), se desató durante la época de la «violencia en caliente».
«Por violencia en caliente se entiende la que se sucedió en las primeras semanas de la guerra allí donde los sublevados habían sido derrotados», señalaba el autor a este diario cuando presentó su obra . Y es que, poco después del 18 de julio de 1936 , cuando se produjo el Alzamiento , los partidarios de la Segunda República se ofuscaron en acabar con el «enemigo interior»: todo aquel sospechoso de ser partidario de la sublevación y que pudiera unirse al ejército enemigo si este llegaba hasta la zona.
«Se detuvo a miles de derechistas que fueron a parar a las cárceles. En ese proceso, y sin que respondiera a una planificación previa, hubo algunos muertos cuando se produjeron choques. Hay que entender que muchos se resistieron a ser detenidos y que a algunos milicianos se les iba la mano», desvela.
El caso de la Iglesia en la capital fue especialmente sangrante, pues muchas de sus casas fueron tomadas para intentar hallar a religiosos escondidos. El 20 de julio, por ejemplo, fueron arrestados varios sacerdotes en las cercanías de la parroquia de San Miguel. Acabaron sus días poco después, fusilados en la Casa de Campo.
Doce religiosos
Entre los religiosos que han sido señalados por el Papa destaca Vicente Nicasio Renuncio. Fue arrestado por los marxistas y trasladado a una de las checas de Madrid. De allí pasó a la cárcel Modelo , donde fue asesinado poco después. Algo similar le sucedió a Crescencio Severo, fallecido el 20 de julio, o a Ángel Martínez, muerto ese mismo día.
El resto de nombres han sido recogidos por varias asociaciones . La mayor parte de ellos dejaron este mundo en el verano de 1936. Desde Bernandino Sáiz, hasta Niceto Pérez. Gregorio Zugasti, Aniceto Lizasoain, José María Urruchi, José Joaquín Erviti o Rafael Perea Pinedo. Destacan los casos de Antonio Girón, cuyo convento fue asaltado por milicianos, o Donato Jiménez, transferido a otra de las muchas checas.