Las mentiras de Putin sobre Crimea: el «flagrante error» que jamás perdonará a la URSS

En 1954, Nikita Kruschev regaló la península a la República Socialista Soviética de Ucrania

Vladimir Putin sostiene que la región fue entregada de forma ilegal Reuters
Manuel P. Villatoro

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Aunque parezca imposible, Vladimir Putin cuenta con una inconmensurable lista de reproches hacia la URSS. Desde el derecho de autodeterminación de las naciones esgrimido por Lenin, hasta la caída del partido en 1991. Sin embargo, hay uno que ha quedado olvidado en las páginas de la historia y que se sucedió en febrero de 1954: el día en que Nikita Kruschev entregó Crimea a la República Socialista de Ucrania . Aquel suceso, curiosamente, ocupó apenas unas pocas líneas en los diarios internacionales. Nada comparable al 18 de marzo de 2014 , cuando el presidente llenó horas de radio y televisión al volver a anexionarse el territorio por las bravas .

Corrían en los cincuenta años convulsos para los europeos, pues acababan de ser testigos del final de una Segunda Guerra Mundial que no había dejado piedra sobre piedra y que había chupado hasta la última moneda de los diferentes países en conflicto. Y es que, aunque  Adolf Hitler  se había despedido del mundo en 1945 pegándose un tiro en la cabeza al ver la caída en picado de su nacionalsocialismo, sus fechorías iban a ser difíciles de olvidar y pagar. La vieja Europa vivía momentos duros. Fábricas arrasadas, millones de civiles fallecidos... Una situación tristemente similar a lo que hoy sucede en Ucrania .

Cambio de líder

Al este de Europa no marchaban mejor las cosas para la URSS, la otra vencedora de la guerra. Aunque ni siquiera la destrucción virtual de grandes ciudades como Leningrado o Stalingrado hicieron tambalearse lo más mínimo el poder establecido. Tampoco la muerte en extrañas circunstancias del 'tovarich' Iósif Stalin en 1953 resquebrajó un ápice el complejo entramado de la dictadura roja. Al presidente muerto le sucedió uno impuesto: Nikita Kruschev , amigo íntimo del Camarada Supremo y secretario general del Partido Comunista ucraniano entre 1938 y 1947. Un hombre al que el enviado especial de ABC definió de esta guisa en los años cincuenta

Kruschev ABC

«Kruschev es hombre regordete, y gran consumidor del refranero, jocoso a veces y con gran sentido de la propaganda, pero es tan comunista como su predecesor. La política de Kruschev es predicar el evangelio marxista por el mundo y que Rusia dirija esa evangelización. Stalin defendía lo mismo. Este prefería la acción militar y Kruschev es partidario de la acción política, de la subversión y de la confusión»,

Lo que no se le puede negar a Kruschev era su popularidad. Tenía en su currículo multitud de años de continuos combates contra las tropas nazis en Ucrania y Stalingrado y se había hecho famoso entre los oficiales rusos por hacer cumplir a rajatabla la regla de oro soviética de « ni un solo paso atrás »; la cual castigaba con la muerte o la deportación a aquellos que se retiraran del combate. Quién mejor para mantener a raya a un país que se disputaba la hegemonía mundial con Estados Unidos y había entrado ya en la famosa Guerra Fría.

Regalo envenenado

El año 1954 fue muy representativo para Kruschev, pues se correspondía con el 300 aniversario de la adhesión de Ucrania a Rusia mediante el Tratado de Pereyaslav . Sus dos tierras más amadas se encontraban de celebración. Dicen las malas lenguas que fue entonces cuando, tras unas copas de coñac de más, el líder soviético tomó la decisión de honrar al mismo país que hoy resiste una invasión con un curioso regalo: la península de Crimea, de 27.000 kilómetros cuadrados.

Su hijo Serguéi, sin embargo, afirmó en una entrevista concedida en 2017 que la decisión no tuvo que ver con la habitual ebriedad de su progenitor, sino con la economía del país. Un problema económico menos que quedaba bajo el mando de otro:

Kruschev, en los años cincuenta

«Mi padre entregó Crimea a Ucrania porque, si miran bien el mapa, verán que está enganchada a Ucrania. Fue una decisión estructural y sensata. No hubo ningún trasfondo político en esa decisión ni fue -como les gusta decir a algunos en Rusia- un intento de satisfacer a la burocracia ucraniana o incluso un regalo para mi madre, que nació en Ucrania occidental».

El día en que Ucrania recibió su ansiado regalo, los principales diarios soviéticos no dedicaron más que un párrafo al suceso. Y es que, a pesar de todo, no era más que un bonito gesto realizado por Kruschev. De hecho, en ABC no ocupó más que unas líneas del periódico el 28 de febrero de 1954: «El Presídium soviético ha aprobado una petición conjunta de las regiones interesadas para transferir al región de Crimea a la República de Ucrania. Se anuncia en Moscú que la decisión se tomó 'por la similitud de economías, la proximidad del territorio y los íntimos lazos económicos y culturales entre la región de Crimea y la República Socialista Soviética de Ucrania'».

Las mentiras de Putin

Este episodio es uno de los que más ha escocido a Putin en los últimos años. El pasado 12 de julio de 2021, el presidente publicó un artículo titulado ' Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos ' contra el que cargaron una infinidad de historiadores y en el que afirmó que, «en 1954, la región de Crimea fue trasferida a la República Socialista de Ucrania» en lo que fue «una flagrante violación de las normas legales existentes en aquella época». Nada que ver con la realidad. La entrega de la región se extendió durante seis meses y pasó por todas las fases legales requeridas. De hecho, la decisión fue aprobada por unanimidad por el  Presidium del Sóviet Supremo de la URSS.

Así lo corrobora el historiador Serhiy Hromenko, quien destroza también la teoría del Kremlin de que hubo severas diferencias en el Presidium a la hora de tomar la decisión. Para desacreditar el mito, explica, no hace falta más que revisar el acta de sesión de aquella reunión. La otra falacia que destruye es que Rusia jamás accedió a modificar su territorio en favor de Ucrania. Al menos, a nivel legal. La verdad es que el parlamento cambió el artículo 14 de la Constitución de 1954, que determinaba la composición de la URSS, para ello. En todo caso, el líder que hoy juega al despiste usa la carta del regalo a su gusto. A veces como recriminación, a veces como salvaguarda.

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