La leyenda negra del conquistador español cuyas estatuas están decapitando en Chile los manifestantes
En la ciudad de Valdivia, los manifestantes arrancaron el busto del español, que estaba instalado en la plaza Pedro de Valdivia, y luego lo lanzaron, desde el puente Pedro de Valdivia, directo al río Valdivia

En los últimos días el estallido social en Chile ha dirigido su odio a varios símbolos del pasado español, habitual cabeza de turco de toda protesta vinculada a la izquierda en Hispanoamérica. En Temuco, al sur de Santiago, un grupo de encapuchados decapitaron una estatua del conquistador Pedro de Valdivia para instalar su cabeza en las manos de una dedicada al líder mapuche Caupolicán , mientras que en la ciudad de Valdivia arrancaron el busto del español, que estaba instalado en la plaza Pedro de Valdivia , y luego lo lanzaron, desde el puente Pedro de Valdivia, directo al río Valdivia. Triple ironía. Y no es el único episodio de esta fiebre iconoclasta contra lo español. Cerca de 500 integrantes de comunidades mapuche del sur de la provincia de Arauco se dieron cita este domingo para derribar las estatuas del conquistador y del virrey García Hurtado de Mendoza en la plaza de Armas de Cañete , en la región de Biobío.
En #Chile derribaron las estatuas de los españoles Pedro de Valdivia y de García Hurtado de Mendoza que estaban en la plaza de Armas de Cañete, Región del Bío Bío. La comunidad mapuche derribando los símbolos coloniales españoles. Viva Chile 🇨🇱✨✊🏽 #Chile pic.twitter.com/KUF5uL0u6I
— Paul Cruz (@Ku1989Paul) November 4, 2019
Pero, ¿quién fue este conquistador que da nombre a tantas calles en el país y es tan odiado por los mapuches? Bueno, por los mapuches, que solo representan una pequeña parte de la población de Chile, y por tantos otros manifestantes de origen europeo que se han sumado a estos actos de vandalismo. Según un estudio reciente de la Universidad de Chile , se estima que el 64% de los chilenos tienen procedencia caucásico, 35% mestiza y 5% indígena, aunque no todos de origen mapuche, uno de los pueblos que más se resistieron al avance español de todo el continente.
El problema de Chile
En una ocasión, el Emperador Carlos V resumió con tono satírico la última asignatura pendiente de España en Sudamérica: «Chile le cuesta al Imperio la flor de mis guzmanes». Esto es, «la conquista de Chile se ha llevado mis mejores soldados». La primera acometido corrió a cargo de Diego Almagro , socio de Francisco Pizarro que invirtió todo lo ganado con la empresa contra el Imperio inca en la aventura chilena. El 3 de julio Almagro salió de Cuzco al frente de 560 españoles y 15.000 guerreros del extinto imperio inca. Durante más de dos años recorrió junto a sus hombres las regiones de Bolivia, Chile y Argentina, hallando únicamente parajes desérticos. En el desierto de Atacama el sol abrasaba por el día y la oscuridad helaba por la noche. Por no mencionar la presencia de los feroces nativos mapuches, uno de los pueblos llamados a ser el enemigo más persistente del Imperio español.
A la desastrosa expedición de Almagro le tomó el relevo en 1546 Pedro de Valdivia, un militar curtido en Italia, que pobló grandes extensiones hasta el estrecho de Magallanes, fundó Santiago de Chile y, en última instancia, combatió a los temidos indios mapuches.
A la desastrosa expedición de Almagro le tomó el relevo en 1546 Pedro de Valdivia , un militar curtido en Italia, que pobló grandes extensiones hasta el estrecho de Magallanes , fundó Santiago de Chile y, en última instancia, combatió a los temidos indios mapuches. Este pueblo autóctono del sur del continente mostró una belicosidad inédita y una gran capacidad para adaptarse al combate con europeos.
Las sucesivas luchas entre los conquistadores españoles del Perú retrasaron aún más la respuesta contra este dispuesto enemigo. Valdivia contribuyó a la derrota de Gonzalo de Pizarro en la batalla de Xaquixahuana (1548) y Pedro La Gasca , presidente de la Real Audiencia de Lima enviado desde España para poner orden entre los conquistadores, le recompensó con los cargos de gobernador y capitán general de Chile. A mediados del siglo XVI el empuje de Valdivia había hecho que una red de poblaciones y fuertes españoles saltearan Chile, si bien persistía la guerra de guerrillas con los mapuches más allá del río Bio-Bio.
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Un mapuche que estuvo tres años con los españoles llamado Lautaro aprendió a combatir como los europeos y, de vuelta con los suyos, los adiestró en el uso de la caballería. Lautaro levantó a su pueblo contra los españoles en una nueva revuelta donde el propio Pedro de Valdivia acabó brutalmente asesinado el día de Navidad de 1553 cuando el capitán general trataba de salvar las comunidades de Arauco, Tucapel y Purén. Según distintas leyendas, los mapuches extrajeron el corazón de Valdivia y se lo comieron tras la batalla.
A Lautaro, traicionado a su vez por otro mapuche, le sucedió pronto Caupolicán, que fue vencido en varios envites y acabó ejecutado por los españoles. Con las aguas en calma, los españoles asumieron una estrategia más conservadora. Desde Perú, el virrey García Hurtado de Mendoza estableció una red de poblaciones y fuertes españoles como puesto de avanzada para desarrollar la evangelización en la zona.

La colonización pareció asentarse, hasta que ocurrió el desastre de Curalaba y el suelo de los españoles tembló sobre sus pies. El 23 de diciembre de 1598, el gobernador Martín Óñez de Loyola , 150 españoles y 300 indios aliados fueron masacrados cuando acudían a auxiliar a varios fuertes en la zona más austral de Chile. La silenciosa emboscada tendida al alba sorprendió por completo a los europeos, que en algunos casos acabaron despeñados por un barranco en la huida, y al gobernador, que ni siquiera tuvo tiempo de ponerse su armadura antes de que lo cazaran. El caudillo enemigo, Pelantaro, sumó el cráneo de Óñez de Loyola a los trofeos macabros de su pueblo, que ya guardaban la cabeza de Pedro de Valdivia como un tesoro.
El primer ejército permanente de América
Después de varias décadas de lucha contra los españoles, los mapuches eran diestros en el manejo de la caballería y las armas de fuego y maestros de la emboscada. Además, su obstinación parecía ilimitada. Lo encarnaba mejor que nadie el ejemplo del guerrero Galvarino , al que los españoles le cortaron las manos para evitar que combatiera más y apareció en las siguientes batallas con cuchillas atadas a los muñones. El derrumbe español desencadenó el abandono masivo de varias ciudades y fuertes por todo el territorio sureño, así como una rebelión generalizada que planteó si al Imperio español le merecía la pena tantos quebrantos por un territorio considerado inhóspito.

Al borde de la desaparición de la colonia, en el verano de 1600 desembarcó en Valparaíso Alonso García de Ramón , nuevo gobernador de Chile, dotado de un carácter enérgico. Se esperaba de él que recuperara algunas de las ciudades arrasadas por los indios y, de paso, algo del prestigio perdido. La operación tuvo éxito e incluso se pudo a rescatar a unas cuantas mujeres españolas secuestradas en los anteriores ataques; sin embargo, el cambio de reinado en España amenazó sus avances. El nuevo rey, Felipe III , ordenó el relevo del gobernador de forma abrupta para sustituirlo por Alonso de Ribera , otro soldado valiente, aguerrido y curtido en las guerras de Flandes e Italia. A pesar de las intrigas madrileñas, el cambio no afectó a la campaña punitiva contra los mapuches.
El último obstáculo para lograr algo a largo plazo era la falta de una fuerza militar profesional. A la vista del mal estado de la infantería, Ribera propuso al Rey la creación de un ejército permanente para Chile que se valiera de las tácticas que habían hecho de España una potencia militar en Europa. Los «Tercios de Arauco» , formados por cerca de 3.000 soldados, fueron el primer ejército permanente en América y el responsable de que la guerra con los mapuches entrara definitivamente en una fase de combates fronterizos. Este gobernador creó talleres para abastecerse de material militar y estableció una serie de fortificaciones para repartir a estos soldados.
Así y todo, las rebeliones mapuches se reprodujeron de forma intermitente incluso después del periodo colonial.
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