Sri Lanka: las matanzas étnicas que dejaron a 150.000 personas sin hogar... en una semana
Se cumplen 35 años de esta hérida abierta en la historia que aun hoy no ha encontrado reconciliación
Tal día como hoy hace 35 años comenzaron las peores matanzas étnicas registradas en la historia de Sri Lanka . Se las conoció como el «Julio Negro» y engendraron una guerra civil que provocó más de 70.000 muertos en 25 años. «Han sido asesinadas 57 personas, 37 de ellas prisioneras de la etnia tamul que permanecían en la cárcel de Colombo como consecuencia de la ola de violencia desatada en el país. Los disturbios comenzaron el pasado domingo, tras la muerte de 13 soldados durante una emboscada por parte de un grupo de guerrilleros en Jaffna. El Gobierno envió tropas a la capital y decretó el toque de queda para acabar con los enfrentamientos protagonizados por las minorías étnicas», anunciaba ABC en 27 de julio de 1983.
Todo comenzó cuatro días antes y no tardó ni una semana en provocar un éxodo masivo de los tamiles hacia el norte de la isla y entre 400 y 3.000 muertos. Se calcula, además, que en esos siete días más de 8.000 viviendas y 5.000 comercios fueron destrozados y 150.000 personas se quedaron sin hogar. La cifra de los «sin recho» se disparó en un Estado ya de por sí castigado en este aspecto.
Desde entonces, el país no ha sido capaz de reconciliar a los tamiles con la mayoría cingalesa y no encuentra soluciones políticas a la situación de las minorías. Como informaba este periódico , los tamiles representaban el 20% de la población, unos tres millones de habitantes. A su vez, estaban divididos en dos grupos: por un lado, los «autóctonos», con más de diez siglos de arraigo en la isla, y por otro, los tamiles, que fueron llevados por los colonos británicos a Ceilán desde el sur de la India en el siglo XIX. Allí se convertirían en mano de obra barata para las plantaciones de té. Los primeros pertenecían en su mayoría a la clase media acomodada, mientras que estos últimos formaban las capas más bajas de la sociedad.
Sin solución
El actual ministro de Reconciliación y líder de la Alianza Progresiva Tamil, Mano Ganesan , fue una de las víctimas de aquella matanza y se salvó sólo porque un conocido empresario cingalés dio cobijo a su familia. «Al extenderse la violencia, un amigo de mi padre vino a casa, nos metió a los siete en el coche, a mi padre, a mi madre, a mi hermana y cuatro hermanos, y nos llevó a su casa. (...) Nos salvamos justo a tiempo: nuestra casa fue reducida a cenizas minutos después de que escapásemos», relató este lunes a EFE Ganesan, que entonces tenía 23 años. «Fue una violencia patrocinada por el Estado; el Gobierno del Partido Nacional Unido, liderado por el presidente J.R. Jayawardana, no hizo nada para pararlo en aquel momento», añade después.
En aquellos días, la cifra oficial de fallecidos era menor de la que se manejó años después con las posteriores investigaciones. El mismo ABC contaba: «Cuando la economía comenzaba a encauzarse, la semana pasada surgieron graves incidentes que se saldaron, de momento, con casi 300 muertos, la destrucción de gran cantidad de fábricas y talleres (es decir, puestos de trabajo) y la huida masiva de los turistas».
Ahora, 35 años más tarde, muchos consideran que el país no ha logrado una solución a la utilización de las lenguas oficiales ni al reparto de poder para incluir a las minorías étnicas. Jayadeva Uyangoda, analista de la Universidad de Colombo, asegura a EFE que algunos políticos se comportan como si la matanza nunca hubiese ocurrido. Otros, sin embargo, reconocen el «Julio Negro», pero han sido incapaces de encontrar una solución política al conflicto étnico.
También Niyanthini Kadirgamar, una joven investigadora y activista en favor de las comunidades tamiles afectadas por la guerra, considera que hacen falta más esfuerzos para reconciliar a las distintas comunidades del país. «No tenemos experiencias directas de los disturbios, pero hemos sentido profundamente el impacto de una comunidad polarizada y temerosa toda nuestra vida», explicó.
Kadirgamar recordó que este mismo año, en marzo, otros enfrentamientos entre musulmanes y cingaleses causaron varios muertos en el distrito central de Kandy, donde las autoridades se vieron obligadas a imponer medidas como el bloqueo de las redes sociales y el despliegue de miles de efectivos del Ejército. «Escuchamos las mismas expresiones de miedo por parte de la comunidad musulmana después de los recientes disturbios en Ampara y Digana. Creo que resolver este miedo es importante», sentenció. A su juicio, la racionalidad no siempre funciona a la hora de acabar con los mitos y prejuicios sobre la comunidad rival y hay que recurrir a hacerles entender el «miedo» que sufren los miembros del otro grupo. «Pero tenemos un largo camino que recorrer», concluyó.
La Alianza Tamil Nacional (TNA, en inglés), desde la oposición, está tomando parte por primera vez en las reformas constitucionales. Un momento que muchos ven como una solución a los problemas étnicos del país. Su líder, M.A. Sumanthiran, espera que la situación política ayude a acabar con la dinámica de propuestas gubernamentales rechazadas por la oposición. «Tiene que haber poder compartido entre las comunidades étnicas, incluyendo los grupos numéricamente minoritarios, para abarcar las aspiraciones de todas las personas», defendió.
Así las cosas, el ministro de Reconciliación se muestra optimista al señalar que al menos ahora no hay guerra y que cuando los incidentes de marzo tuvieron lugar en Kandy «no fueron patrocinados por el Gobierno», a diferencia de 1983.
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