Inglaterra se enfrenta a su más oscuro pasado tres siglos después: el esclavismo
La ciudad de Bristol encara la figura de Edward Colston, el caritativo inglés que se hizo rico comerciando con más de 80.000 esclavos africanos
Edward Colston (1636-1721) nació en el seno de una adinerada familia de Bristol, ciudad del suroeste inglés que mira a los ojos al continente americano. Su nombre aparece escrito en la historia junto a su más aciaga «hazaña»: hacer de la trata de esclavos su particular, y horrendo, modo de acumular fortuna. Miembro destacado de la «Royal African Company» , a cuyas filas se adhirió en 1680 y donde alcanzó el rango de vicegobernador, sus barcos transportaron a miles y miles de personas desde África a América para realizar trabajos subyugados, muchos de los cuales perecieron en el trayecto víctimas de las condiciones insalubres, el suicidio desesperado o los homicidios de rapiña. Las cifras más fidedignas aportadas por los historiadores apuntan que estos viajes del horror se cobraron la vida de alrededor de 20.000 individuos , una quinta parte de los cuales eran mujeres y niños.
Colston se enriqueció enormemente a costa del sufrimiento humano, sí, pero su nombre ha sido venerado en Bristol durante casi 30 décadas tras su muerte. No obstante, esta situación parece próxima de revertirse. La principal razón de tanta tardanza no es otra que la elevación del Edward Colston filántropo sobre el abyecto esclavista . Lo cierto es que parte de su acaudalado patrimonio, edificado en torno a una amplia red de prisioneros cautivos, fue destinado a su ciudad natal para fundar escuelas y casas de beneficiencia. Su magnanimidad recibió la honra de un Bristol agradecido y el legado de tan conocido personaje puede apreciarse en las docenas de edificios, instituciones benéficas, escuelas o clubes deportivos que llevan su nombre. Su caridad es igualmente conmemorada en el transcurrir de distintos actos eclesiásticos.
Y en la Colston Avenue , en el centro de la urbe, una estatua dedicada a su persona que reza: «Erigida por ciudadanos de Bristol como monumento a uno de los hijos más virtuosos y sabios de su ciudad». La no mención a su oscuro pasado puede estar a punto de cambiar. Blanco de protestas por la sesgada memoria que conforma sobre la historia del «negrero», el Ayuntamiento de Bristol presentó una solicitud para agregar una segunda placa que explique su papel en el comercio de esclavos .
Cuando apenas restan 3 años para que se cumpla el tercer centenario de la defunción de Edward Colston, Bristol se prepara para encarar demasiado tiempo de desmemoria y «enagenación transitoria interesada». No lo hace sola. Oxford, Sydney o Ciudad del Cabo también tratan de aceptar su pasado.
Reformular el recuerdo
«Como alto funcionario de la "Royal African Company" desde 1680 hasta 1692, Edward Colston jugó un papel activo en la esclavización de más de 84.000 africanos (incluidos 12.000 niños) de los cuales más de 19.000 murieron en el camino hacia el Caribe y América. (...) Defendió el "derecho" de la ciudad a comerciar con africanos esclavizados. A los residentes de Bristol que no suscribieron sus creencias religiosas y políticas no se les permitió beneficiarse de sus obras de caridad». Este lapidario mensaje podrá leerse en el nuevo distintivo que se anexionará a la efigie.
Se trata de la última intentona de la ciudad por desvincularse del traficante de esclavos , pero no la única. Si en 1999 la historiadora Madge Dresser abordó su participación en tan infame práctica, desde hace dos años la campaña « Countering Colston » ha reactivado el debate. Entre sus objetivos destacan:
- «Recordar la historia completa y verdadera de la esclavitud transatlántica, el colonialismo y la explotación».
- «Conmemorar a las personas que sufrieron y murieron como resultado de la trata de esclavos, y reconocer su contribución económica coercitiva».
- «Reconocer y reparar, en la medida de lo posible, los efectos negativos en el presente de la esclavitud histórica».
«Cuando llegas a Bristol y das vueltas por las calles, cualquiera que venga de fuera debe pensar: "¿Quién es este hombre?" "¿Por qué hay tantos edificios, carreteras y escuelas que llevan su nombre?" (...) Creo que es muy falso, muy irrespetuoso con la memoria de los antepasados africanos que contribuyeron a la riqueza de la ciudad a través del trabajo esclavizado. Sufrieron y no hay suficiente reconocimiento», afirma Ros Martin en declaraciones recogidas por la «BBC». Para ella, que está detrás de «Countering Colston», la placa es algo justo pero reclama ir un paso más allá : «Queremos que las instituciones y organizaciones de la ciudad examinen su historia y reconozcan sus roles individuales en la trata de esclavos».
En cualquier caso, parece que el énfasis en reformular la figura de Edward Colston empieza a dar sus frutos. El novicio rótulo en Colston Avenue no es más que el postrero eslabón de la cadena. Tras anunciar el Colston Hall la erradicación de cualquier vínculo con el esclavista, otros rápidamente agarraron el testigo. La sala de conciertos abrirá en 2020 con un nombre distinto; asimismo, la escuela primaria Colston en Cotham votó para modificar su nomenclatura. Incluso, en información del «Daily Mail», «el alcalde de Bristol eliminó un retrato de Colston de su oficina».
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