Guerra Civil

La falsa entrevista a Durruti con la se quiso elevar la moral de la República para aplastar a Franco

El encuentro inventado por un corresponsal canadiense se produjo en Zaragoza, en 1936, tres meses antes de la muerte del líder anarquista. «Un nuevo mundo se abre en nuestros corazones», fue una de las supuestas respuestas

Durruti en una imagen poco antes de morir sacada de la biografía de Abel Paz

Israel Viana

En la década de 1930, Buenaventura Durruti era un líder anarquista muy conocido y respetado dentro y fuera de España. Tal es así que su repentina muerte el 19 de noviembre de 1936 sigue siendo hoy «uno de los grandes enigmas, si no el mayor, de la Guerra Civil», en palabras del escritor José María Zavala . Desde entonces se han barajado todo tipo de teorías sobre la procedencia del disparo que recibió mientras visitaba tranquilamente el frente de la Ciudad Universitaria de Madrid: desde la versión oficial y propagandística de los republicanos, que responsabilizaron de su muerte a la bala de un franquista misterioso jamás identificado, hasta la hipótesis de un balazo de su propia arma tras un rocambolesco e inexplicable accidente, entre otras.

La causa sigue abierta entre los principales historiadores del conflicto español. Hasta Pío Baroja recogió en sus memorias la hipótesis de que había sido disparado «por alguno de los que iban en su tropa». La nieta del anarquista, Marta Durruti, señala en la actualidad que el sargento José Manzana fue el responsable: «Mi abuelo estaba en Barcelona y le pidieron que fuera a Madrid, porque estaba recibiendo mucha presión del ejército franquista. Él no quería, pero al final accedió. Estaba dentro de un coche con un comunista, el sargento Manzana, y otras personas. En un momento en que la columna retrocedía, él salió del coche y Manzana le disparó por la espalda. Lo sabemos porque vimos la chaqueta, que tenía el agujero en la espalda con todos los bordes quemaduras: le habían disparado a quemarropa», contaba en 2015 al periódico ‘Directa en Cataluña’ .

Desde el mismo momento de su muerte, que fue traumática para la mitad de los españoles, Durruti se convirtió en una de las grandes figuras de nuestra historia reciente. Prueba de ello es que a su entierro en Barcelona , el 22 de noviembre de 1936, acudieron «medio millón de personas de toda Cataluña», según la información de ABC . En los meses previos, como es obvio, era habitual verle en la prensa española, haciendo declaraciones en los diarios afines y extranjeros, así como cargando contra él en los del bando contrario.

'Toronto Star'

A nadie le extrañó, por lo tanto, que el diario canadiense ‘ Toronto Star ’ publicara una entrevista con él el 18 de agosto de 1936, un mes después del golpe de Estado y tres meses antes de su muerte. Durruti se encontraba en Barcelona, donde se convierte en uno de los principales protagonistas a la hora de frenar a los sublevados y donde ve fallecer a su compañero Francisco Ascaso en los enfrentamientos callejeros con. El 20 de julio, ya derrotado el alzamiento en Barcelona, el líder anarquista o otros dirigentes de la CNT se entrevistan con el presidente de la Generalitat, Lluís Companys.

Borrador de la entrevista a Durruti enviada por Van Paassen al 'Toronto Star' en 1936

Después de este encuentro, deciden nombrar un Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, formado por libertarios, republicanos, nacionalistas y marxistas, que se convertirá en el verdadero poder en Cataluña, aunque la Generalitat tuviera que ratificar después lo que este decidiera. En estos primeros meses de guerra se produjeron, además, continuos choques entre la dirección de la FAI y el propio Durruti, quien exigía que se enviaran todas las armas al frente. Los jefes faístas preferían dejarlas en la retaguardia. Cansado de estas disputas internas, el líder anarquista formó una columna por su cuenta y se marchó al frente para liberar Zaragoza.

Fue en tierras aragonesas donde se produjo el supuesto encuentro con Pierre van Paassen que todavía hoy reporducen algunos libros y páginas web. Uno de los momentos más míticos se produce cuando el periodista canadiense le comenta que, incluso si ganan la guerra, se encontrarán viviendo sobre un montón de ruinas. La repuesta del anarquista fue: «Siempre hemos vivido en la miseria. Sabremos arreglarnoslas durante un tiempo». Al menos esa es la versión que circuló en castellano, porque la versión inglesa dice: «We have always lived in slums and holes» («Siempre hemos vivido en tugurios (guetos, barrios bajos) y agujeros».

«¿El gobierno no combate la rebelión fascista?»

La entrevista incluía frases lo suficientemente épicas como para levantar el ánimo de muchos de los anarquistas y republicanos que luchaban en el frente contra los sublevados: «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazone», declaraba Durruti según el ‘Toronto Star’. Y como esta, otras muchas con la misma intención. «¿Es que el gobierno no combate a la rebelión fascista?», pregunta Van Paassen. Y responde su interlocutor: «Ningún gobierno en el mundo combate al fascismo para suprimirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se le escapa de las manos recurre al fascismo a fin de poder mantener sus privilegios. El presente Gobierno espera aún poder emplear a las fuerzas rebeldes para aplastar al movimiento de los trabajadores».

¿Por qué se habría interesado un periódio canadiense por las peripecias de un líder anarquista españaol? Como explicaba el año pasado Manel Aisa en la revista ‘Orto’ , en los años 30, la Revolución rusa fue cubierta ampliamente por periódicos de todo el mundo. El Canadá de los años 30 no era una excepción, con artículos dirigidos a una clase obrera cada vez más harta de sus malas condiciones de vida. En ese país, de hecho, el capitalismo naciente tenía sus detractores, aunque el comunismo o el anarquismo no estuviera todavía muy implantado. Existían algunos partidos socialdemócratas, eso sí.

En esta Canadá curiosa, Van Paassen pasó por los dos periódicos más importantes: el ‘Toronto Globe’ y el mencionado ‘Toronto Star’. Para ellos cubrió la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, el ascenso del nazismo en Alemania, el periodo de entre guerras, los problemas coloniales en el norte de África y la guerra de Etiopía con la Italia de Mussolini. «El director del ‘Toronto Star’, llamado J. E. Atkinson, siempre le recomentaba que escribiera ‘sobre lo que ves, no sobre lo que te dicen, y no colorees nada que se adapte a los prejuicios de los canadienses o de la propaganda rusa’», contaba Aisa en su artículo.

La mentira de Durruti

Sin embargo, eso fue lo que hizo este periodista canadiense en la Guerra Civil, cuando se inventó la mencionada entrevista con Durruti, al principio de la cual, escribe: «Hoy me he encontrado con Durruti. Es un hombre alto, de rostro tostado y bien afeitado. Este hombre de rasgos moros, es hijo de campesinos pobres, algo que evidencia su acento roto, casi gutural».

Sin embargo, cuando el escritor Ross Harkness realizó una investigación sobre el director del ‘Toronto Star’ que se publicó en la Universidad de Toronto en 1963, descubrió el fraude. En sus pesquisas para el libro, el autor llegó hasta Van Paassen, que Ross nos recuerda que estaba de corresponsal en Paris desde 1932, año en el que llegó a precedir que Hitler llegaría al poder un año después. No le faltaba ojo al periodista, como demostró en otras ocasiones al analizar la realidad de los territorios que visitaba como corresponsal.

También predijo, antes de que comenzara la persecución y el Holocausto, que los judios alemanes estaban condenados a la muerte, la esclavitud o el exilio si permanecían en el Tercer Reich. También vio antes la alianza entre Alemania, Italia y Japón en una futura guerra a agran escala. Su prestigioso era más que merecido cuando el ‘Toronto Star’ le encargó que contara la guerra de España en agosto de 1936… aunque la debía cubrir desde París. En ese momento aprovechó que, en aquel momento, llegaban mucho voluntarios canadienses para unirse a las Brigadas Internacionales, lo que aprovhechó para contar de oídas y por la información que recibía desde la prensa lo que allí ocurría con Franco y sus compinches.

Frente de Aragón

Estando lejos de la censura de Franco, la ambición de Van Paassen le hizo cometer la tropelía y cambiar el periodismo por la ficción sin avisar ni a sus jefes ni a sus lectores. Y es que el investigador Ross Harlmess aseguro, aunque su estudio no transcendiera, que el corresponsal del ‘Toronto Star’ jamás estuvo en el frente de Aragón, que nunca había conocido a Durruti en persona y que ni siquiera había estado en España, por lo que la famosa entrevista fue total mente inventada. Ninguna de las épicas declaraciones fueron dichas por el líder anarquista, por muchas referencias que tuviera de sus compatriotas brigadistas.

Algunas de las falsas respuestas eran para enmarcar, como corresponde a este declarado periodista de izquierdas que con aquella mentira quiso, sin duda, apoyar la causa republicana más que informar de lo que acontecía o recoger la opinión sincesar de uno de los líderes. Esto fue, por ejemplo, otra de las cosas que no dijo Durruti:

«Nosotros hemos construido palacios y ciudades en España, en América y en todas panes. Nosotros, los trabajadores, podemos construir otros para reemplazarlos. Y mucho mejores. Las ruinas no nos dan miedo. Vamos a heredar la tierra, no hay duda de ello [...]. Un nuevo mundo se abre ante nosotros aquí, en nuestros corazones. En este mismo minuto el mundo está creciendo».

En 1972, el escritor, historiador autodidacta y militante anarcosindicalista Diego Camacho Escámez publicó, bajo el pseudónimo de Abel Paz , el libro de ‘Durruti: el proletariado en armas’, traducida a 14 idiomas y reeditada en 1996. Una biografia del líder anarquista que recogía también la supuesta entrevista, diculpando algunas de las incongruencias de la falsa entrevista y parece estar a punto de cuestionar su veracidad. De hecho, es curioso como el autor, en cambio, situaba aquel encuentro que nunca existió en el sindicato de la metalurgia. Todo por la causa.

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