Un glaciar suizo podría resolver parte de un asesinato que cambió la historia

A mediados del siglo XII, Inglaterra vivió el enfrentamiento silencioso, y luego muy ruidoso, del Rey Enrique II contra el arzobispo de Canterbury, en su día un amigo, un confidente y un compinche en ciertos placeres mundanos. Su antigua amistad con el Monarca derivó en rivalidad cuando Tomás Becket alcanzó la dignidad eclesiástica y se opuso a las reformas del normando. En poco tiempo pasó de ser un defensor de la independencia del clero inglés respecto al Papa de Roma a ser todo lo contrario. Su labor probablemente retrasó casi un milenio la separación de Inglaterra de la Iglesia.

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