El germen del odio de Trump: la gran derrota de los comandos de élite de EEUU en Irán en 1979
El 4 de noviembre de 1979, cuatro centenares de iraníes armados tomaron la embajada norteamericana en el país y recluyeron a los diplomáticos que trabajaban en su interior durante 444 días. El suceso marcó el inicio de una tensión que continúa hasta nuestros días
Fueron 444 jornadas de pura angustia. Casi un año y medio desde que cuatro centenares de estudiantes asaltaron, en la mañana del domingo 4 de noviembre de 1979 , el edificio que albergaba la embajada estadounidense en Teherán ( Irán ). Durante ese extenso tiempo, los atacantes (que apoyaban al ayatolá Jomeini y buscaban protestar contra el acercamiento de los Estados Unidos a los enemigos de la Revolución Islámica ) mantuvieron secuestrados a medio centenar diplomáticos. Así hasta que, el 20 de enero de 1981 (la misma fecha en que llegó a la Casa Blanca Ronald Reagan ), los presos fueron liberados. Atrás quedaron, eso sí, dos operaciones militares norteamericanas de rescate fallidas.
Pero lo cierto es que el problema se había iniciado mucho antes. Más concretamente, en 1953, el mismo año en el que un golpe de estado organizado por la CIA (algo que la agencia de inteligencia admitió en 2013) derrocó al primer ministro Mohammad Mosaddeq y apoyó la subida a la poltrona del Shah Mohammad Reza Pahlavi . Este se mantuvo en el poder hasta que, en febrero de 1979, se marchó del país para ser tratado de cáncer. Aquello allanó el camino para que comenzara una revolución dirigida, a nivel espiritual, por el mencionado Ruhollah Jomeini . Ese año la semilla del odio germinó y comenzaron los disturbios y unas manifestaciones que los agentes de policía, en muchos casos, se negaban a detener.
En mitad de esta escalada de violencia, durante el 14 de febrero, se sucedió un triste preludio de lo que iba a ocurrir a partir del 4 de noviembre. Ese día, una turba armada atacó la embajada de Estados Unidos en Teherán. Aunque, en este caso, las autoridades locales sí lograron retomar el edificio y rescatar a los rehenes en apenas unas horas. Poco después, se aseguró a los norteamericanos que se reforzarían las medidas de seguridad en la zona para evitar que se volviera a suceder una situación como aquella. Así lo afirma Dante M. Negro Alvarado (Director de la Oficina de Derecho Internacional del Departamento de Asuntos Jurídicos Internacionales de la Organización de los Estados Americanos) en su dossier « El caso de los rehenes estadounidenses en Teherán ».
Conquista de la embajada
Pero no fue así. El día 4 de noviembre, aproximadamente a las diez y media de la mañana, comenzó la pesadilla cuando un grupo formado por unas cuatrocientas personas armadas asaltaron, de nuevo, la embajada. Así explicó el diario ABC la situación en su edición del día 5: «Los guardias iraníes que vigilaban la Embajada no intervinieron y los “ marines ” americanos trataron de contener a los manifestantes con gases lacrimógenos, que dispersó la lluvia. Bajo órdenes de no disparar fueron arrollados rápidamente». Los militantes, autodenominados « Muslim student followers of the Iman's Policy » (Estudiantes musulmanes seguidores de la Policía del Imán) tomaron primero la parte baja del edificio central del complejo y, dos horas después, también la superior. Para la una y media ya no había resistencia alguna.
Durante el asalto, los 63 funcionarios que trabajaban en la embajada pidieron ayuda en repetidas ocasiones al Ministerio de Asuntos Iraníes y a otros tantos organismos locales, pero no hubo respuesta. Ninguna fuerza policial o militar fue enviada para restablecer el orden como sí había pasado en febrero. «La sociedad estaba lista para que sucediera. Cortamos las cadenas en la puerta de la embajada. Algunos de nosotros trepamos por las paredes y ocupamos el complejo de la embajada muy rápido», explicó -en declaraciones a AP el pasado octubre- Ebrahim Asgharzadeh , un estudiante de ingeniería que participó en el ataque. En sus palabras, tanto él como sus compañeros se habían pertrechado adquiriendo en el mercado herramientas como un cortador de pernos.
Según Asgharzadeh, el plan era, al menos en principio, organizar una sentada, pero la situación pronto se descontroló. Por si fuera poco, Jomeini, que acababa de regresar de un largo exilio, dio el visto bueno a la toma de la embajada. Sin embargo, también es partidario de que, apenas dos días después, el secuestro de los funcionarios fue asumido por las autoridades revolucionarias. «Nuestro plan era uno de estudiantes, no profesional, y temporal». Para aumentar todavía más la tensión, varias manifestaciones más se hicieron con el control de otros tantos edificios occidentales. «La situación ha empeorado, pues junto a la Emjabada británica se han ocupado los Consulados americanos en Tabriz y Shiraz », añadía el diario ABC.
El objetivo, en todo caso, iba más allá que dar rienda suelta a la tensión acumulada. La finalidad era presionar al gobierno de Jimmy Carter (que había dado asilo en Estados Unidos al Sha) para que repatriara al huido mandatario y se le pudiese juzgar en el país. El argumento, no obstante, se demostró una mera excusa cuando este falleció en 1980 en Egipto. «Había mucho apoyo público detrás del movimiento en la sociedad. La sociedad sintió que había golpeado a Estados Unidos, una superpotencia, en la boca y la gente creía que la toma le demostraba a Estados Unidos que su revolución democrática se había estabilizad», añadía Asgharzadeh en la mencionada entrevista.
Operación fallida
Estados Unidos protestó, de forma inmediata, tanto por los ataques como por la toma de rehenes. Poco después envió a uno de sus diplomáticos para negociar la salida de los rehenes. Sin embargo, Jomeini prohibió a los militantes parlamentar con cualquier norteamericano. Con todo, el 20 de noviembre 13 rehenes fueron liberados. «Fue gracias a un decreto del Ayatollah Khomeini dirigido a los militantes, con fecha 17 de noviembre , en el que pedía que soltasen a las personas de raza negra y a las mujeres , si es que probaban que no eran espías, para ser expulsados inmediatamente de Irán», añade, en este caso, Negro Alvarado. Dentro quedaron, todavía, 50 personas.
En palabras del experto, durante los 444 días que duró el encarcelamiento, «varios comunicados que manifestaban su aprobación a la toma de la Embajada fueron emitidos por diversas autoridades iraníes». En respuesta, el gobierno de los Estados Unidos tomó medidas como bloquear las importaciones del país o identificar a todos los estudiantes que residían en su territorio. «El 7 de abril de 1980 , EE.UU. rompió relaciones diplomáticas con el gobierno de Irán. A su vez prohibió toda exportación hacia este país. Todas las visas para ciudadanos iraníes que quisieran entrar en el futuro fueron canceladas», añade el experto.
Una vez agotada la vía diplomática, y después de que un sin fin de unidades antiterroristas de otros países (como el GSG9 germano o el GIGN galo) se ofrecieran a colaborar, Carter decidió tomar medidas drásticas y organizó la operación «Garra de Águila» en abril de 1980. Antes, en enero, 6 diplomáticos habían logrado escapar por sus propios medios (y cuyo caso fue recogido en la película « Argo »). Eso dio alas al presidente para ordenar una operación combinada que incluyó a varios miembros de los letales Delta Force, una unidad forjada a imágenes y semejanza del SAS británico.
La idea era que asaltar la embajada (con ayuda de Marines disfrazados de iraníes) tras aterrizar en mitad del desierto para no ser descubiertos. El resultado fue un desastre total. Los problemas de coordinación y una molesta tormenta de arena provocaron que un helicóptero CH 53 SEA Stallion se estrellase contra un avión Hércules y explotara. La Delta Force tuvo que retirarse después de que fallecieran ocho de sus miembros y que otros tantos trasnportes se averiaran. No fue un buen comienzo para la unidad que, hace menos de una semana, acabó el el líder del autodenominado Estado Islámico.
Como resultado, los rehenes fueron divididos y ubicados en varios lugares para evitar su rescate. La solución, al final, llegó después de la muerte del Sha y de la invasión iraquí de Irán. En ese momento, y con la mediación de Argelia, se acordó la liberación de todos los diplomáticos el 20 de enero de 1980.
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