El trágico final de los jugadores del Manchester United como soldados voluntarios en la I Guerra Mundial
Algunos futbolistas profesionales ingleses renegaron del privilegio que les permitía no ir a la guerra y dieron su vida en el frente protagonizando hazañas heroicas. Se los conoció como el «batallón del fútbol»
Existía en Gran Bretaña un curioso e injusto privilegio para los futbolistas profesionales cuando, el 28 de julio de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial : solo podían ser llamados a filas los que contaran con el consentimiento de su club. Los que no alcanzaban esa categoría, así como los que competían en las ligas de cricket y rugby, dos de los deportes más populares del país, debían marchar al frente como todo hijo de vecino, lo que generó un arduo debate social y político entre los que estaban a favor y en contra.
La guerra más mortífera de la historia hasta ese momento, que a la postre le costaría a Inglaterra un millón de muertos, comenzó con un multitudinario y duro proceso de reclutamiento de civiles que afectó a los hombres entre 19 y 30 años de edad, aunque después el umbral se elevó hasta los 35. Los futbolistas profesionales seguían exentos si los equipos no les daban permiso, lo que no ocurría casi nunca, bajo el pretexto de que habían firmado un contrato y tenían obligaciones legales que cumplir. El debate dividió a la sociedad inglesa, en una época en la que dicha competición era muy importante para el país.
Por esta razón, la temporada 1914-1915, a diferencia de las del resto de Europa y del resto de deportes, se pudo celebrar con total normalidad, con el Everton de Liverpool como ganador y el Oldham Athletic de Manchester a un punto de distancia. Los que estaban a favor de que esta se siguiera celebrando aunque continuara la guerra, esgrimían el argumento de que la clase trabajadora necesitaba momentos de ocio en aquellos tiempos tan duros, mientras que los que estaban en contra, se quejaban al ver a sus hijos dejarse la vida en las trincheras.
600 soldados
Ajeno al debate, el político conservador William Joynson-Hicks creó el Decimoséptimo Batallón de Middlesex en diciembre de 1914, que pasaría a la historia como el « batallón del fútbol », por el hecho de que estaba formado principalmente por los futbolistas amateurs que competían en alguna de las dos divisiones. Por lo menos, al principio, porque poco a poco, y debido a la presión de la sociedad, muchos jugadores profesionales fueron incorporándose voluntariamente al ejército. Uno de los primeros en alzar la voz fue la estrella del fútbol Charles B. Fry , quien propuso la anulación de los contratos en el ámbito del balompié y la prohibición de acceder a los partidos de la liga a cualquier hombre menor de 40 años.
Al principio, los futbolistas representaban una pequeña porción de este batallón formado por 600 soldados. Los demás eran seguidores de equipos y admiradores que deseaban luchar al lado de sus ídolos. Llegó un momento en que la presión era tan alta, que la Asociación de Fútbol se sintió obligada a ceder un poco y dispuso la liberación contractual para los jugadores profesionales que no estuvieran casados y pudieran ser enviados al frente. El sentimiento patriótico de algunos de ellos les llevó a alistarse voluntariamente. En diciembre de 1915, el «batallón del fútbol» ya contaba con 122 de ellos.
Un buen ejemplo es la plantilla del Clapton Orient al completo, un equipo de la segunda división inglesa. Y a estos se unieron poco después otros futbolistas del West Ham United , del Manchester United y del Arsenal . En 1915 se calculaba que de los 5.000 jugadores de fútbol que había Inglaterra, 2.000 de ellos se encontraban o habían pasado ya por el frente con una participación activa. Y la mayoría resultaron muertos o heridos, sin poder volver a practicar su deporte.
Hearts of Midlothian
Y el 15 de enero de 1916, este batallón comenzó a luchar en la primera línea de las trincheras contra los alemanes, protagonizando algunas hazañas heroicas. El equipo del Hearts of Midlothian , por ejemplo, el más importante de Escocia, decidió unirse completo a este grupo de aguerridos soldados, impulsando a que otros jugadores siguieran sus pasos. Lamentablemente, siete de ellos fueron abatidos y tres regresaron heridos a casa. Uno de ellos, Paddy Crossan, recibió tanta metralla en una pierna que a punto estuvo de costarle la vida. Ante la amenaza de amputación, Crossman rogó al cirujano que no lo hiciera con un argumento muy claro: «Soy futbolista». El médico le hizo caso y logró salvar su miembro de milagro, pero no le sirvió de nada porque murió igualmente poco después por las deficiencias pulmonares que le provocó la inhalación de gas mostaza.
Otro caso es el del soldado William Angus, que jugó para Glasgow Celtics y el Wisham Athletics antes de combatir en la primera línea de fuego, a donde acudió con un amigo de la infancia que resultó herido por los disparos de un soldado alemán en «tierra de nadie», la franja de tierra que había entre las dos trincheras enemigas. Angus se ofreció para salvarlo, en una misión que fue considerada suicida por parte de sus superiores, quien, a pesar de todo, le dieron permiso. Entonces, este se ató una cuerda a la cintura y se lanzó al rescate de su compañero. El salvamento fue exitoso, pero Angus resultó herido e hizo que perdiera un ojo y parte de una de sus piernas. «Jamás se ha hecho algo tan valiente en la historia del ejército británico», aseguró un teniente coronel antes de que le fuera entregada la Cruz de Victoria.
Arsenal, Manchester United y West Ham United
En estas mismas batallas, muchos jugadores del Arsenal, el Manchester United y el West Ham United resultaron heridos. No hay que olvidar que la vida en estas zonas de guerra es considerada por la historia como uno de las peores vivencias que se hayan podido experimentar en los conflictos bélicos del siglo XX: los soldados debían aguantar las inundaciones de las zanjas, las plagas de ratas de gran tamaño, el olor putrefacto de los cuerpos en descomposición de los compañeros abatidos y el incesante fuego de artillerías lanzado desde las trincheras enemigas, las cuales se encontraban a veces a solo unos cientos de metros. A principios de 1918, el «Times» publicó un artículo para que sus lectores comprendieran la desesperación que se vive en situaciones como esta, invitando a sus lectores a que «caven una zanja a la altura de los hombros, la llenen de agua hasta la mitad, se metan dentro y permanezcan ahí durante dos o tres días sin probar alimentos, tras contratar a alguien para que le dispare día y noche con fusiles y ametralladoras».
Durante las primeras dos semanas en las zanjas, el «batallón del fútbol» sufrió tres bajas y contó 33 heridos, entre los cuales estaba el jugador profesional Vivian Woodward, del Chelsea, que jugaba también en la selección inglesa. Woodward fue herido de gravedad en una pierna, razón por la cual fue enviado de regreso a Inglaterra, adonde no pudo retomar su exitosa carrera deportiva.
No tuvo tanta suerte el defensa del Bradford City, Donald Bell, considerado el primer jugador profesional de fútbol que ingresó en el ejército inglés. Bell participó en la famosa batalla del Somme , una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial. Mientras transcurrían las hostilidades, se llenó su bolsillo de granadas de mano y se lanzó al ataque el solo contra los puestos de ametralladoras alemanas, las cuales habían matado ya a cientos de ingleses. Su acción fue un éxito, pero falleció semanas más tarde al intentar realizar la misma acción.
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