Ni apestosos, ni odiados: la verdad tras la imagen de los Tercios del Imperio español

La ‘Asociación 31 de enero Tercios’ organiza el 4 de septiembre una serie de mesas redondas en las que pretenden poner en valor el papel de la historia y la recreación

Vídeo: Los Tercios de Flandes, la infantería española que dominó Europa Augusto Ferrer-Dalmau/ ABC Multimedia
Manuel P. Villatoro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los mitos infundados son tan peligrosos como una buena daga de esas que se portaban bajo la capa durante el Siglo de Oro. Se nos ha quedado grabado a fuego un estereotipo del soldado de los Tercios españoles muy concreto: el de hombre rudo, cuasi bárbaro, al que no le importaba su higiene y que solo dedicaba la vida a combatir. La realidad, sin embargo, no podría estar más alejada de este tópico. Según explica a ABC Juan Víctor Carboneras –historiador, autor de ' España mi natura. Vida, honor y gloria en los tercios ' y presidente de la ’Asociación 31 de Enero Tercios’ – el soldado español de los siglos XVI y XVII era pulcro, estaba bien considerado en las poblaciones a las que acudía y, hay que decirlo, era también algo presumido en su día a día por las calles de Madrid.

Carboneras sabe bien de lo que habla. Al fin y al cabo, la imagen real de los soldados de los Tercios españoles es uno de los muchos temas que se abordarán en una jornada sobre recreación que la ‘Asociación 31 de Enero Tercios’ organiza el próximo 4 de septiembre en la Casa de Cantabria de Madrid con el apoyo de entidades tales como el ‘Instituto de Historia y Cultura Militar’, la ‘Cátedra Extraordinaria Complutense de Historia Militar’, la ‘Editorial Edaf’, la librería ‘Tercios Viejos’ o el grupo ‘Legado Hispánico’. «Se pueden reservar las plazas en el correo electrónico jornadasderecreaciontercios@gmail.com . Será un día completo e ideal para los amantes de la historia de España y de la recreación», explica.

En palabras de Carboneras, el proyecto ha surgido para que los recreadores se sienten a compartir lo que saben sobre su campo, que es mucho, con la sociedad. «Haremos cuatro mesas redondas en las que analizarán la vestimenta, las armas… Queremos divulgar cómo se le da vida a todo eso en el día de hoy y que todos los entusiastas de la materia tengan un punto de referencia desde el cual empezar», explica. Para ellos, han reunido a los mayores especialistas del país. «Sobre todo, queremos incidir en que son unas jornadas sobre historia y sobre recreación. Más allá de eso, redondearemos el día con una comida de época, regalos para los asistentes, un trivial histórico… El broche será la representación de unos versos de Garcilaso de la Vega que explican muy bien la forma en la que surgieron los Tercios », completa.

El evento comenzará a las diez de la mañana y, apenas una hora después, se iniciarán las charlas. «La primera ahondará en el enfoque, los métodos y los objetivos que tiene la propia recreación. En la segunda trataremos la cultura material : la confección de la ropa o cómo eran las espadas. La tercera intentará bosquejar la sociedad . La última mesa explicará la forma en la que la recreación ha sido baluarte para las localidades y cómo los pueblos se ven beneficiados por ella», completa. Y el elenco no podría ser mejor. Entre los participantes destacan Félix Dativo, experto en la escritura de la época, o Alberto Bomprezzi, maestro de armas de la Asociación Española de Esgrima Antigua.

Uno de los temas que trataréis será la imagen del soldado de los Tercios…

Sí. Una ponencia se zambullirá en este campo que yo he tenido la suerte de investigar también mucho. El soldado era una representación de la sociedad en la que vivía y, como tal, era presuntuoso. Adoraba la ostentación y vanagloriarse de lo que había hecho en el combate en su día a día. Se paseaban por las calles de Madrid presumiendo ante la gente. Por eso sus contemporáneos decían que eran bravucones. Ese es un punto que no se suele explicar de los combatientes de los Tercios .

¿Cambió mucho esta idea?

Es verdad que la imagen del soldado cambió y varió mucho a lo largo de los años y dependiendo de las circunstancias. A veces eran temidos por la población extranjera, pero otras tantas eran vistos con cariño por su cordialidad. Ese rol del combatiente profesional que surge en esta época, con un rango propio y una dinámica diferente de vida, crea una nueva imagen de los militares. Como supuso un cambio de paradigma, contamos con muchos relatos que nos lo cuentan.

¿Qué tipo de vestimenta utilizaban para lucirse en aquel Madrid de los siglos XVI y XVII?

Cada soldado vestía a su manera, pero todos seguían el mismo patrón para ostentar : colores muy vivos, ropajes… Cuando llegaban a la capital aprovechaban las prendas que habían comprado fuera. Para empezar, hay que tener en cuenta que la moda cambiaba cada diez años y era diferente en cada parte de Europa. Así que imagina lo que podía llamar la atención alguien que llevaba un lustro alejado de Madrid y utilizaba un vestuario asociado a los militares. En esencia portaban unos calzones, unas calzas, unos zapatos, una camisa de lino protegida por el jubón y el tradicional sombrero.

¿Por qué esa ostentación por parte de los soldados?

Cuando obtenía una licencia, el soldado solía volver a la capital con dos objetivos: buscar un puesto en la administración o, si no tenía nada, rapiñar. Lo primero era muy habitual. Si quería, por ejemplo, ser nombrado capitán, debía ostentar y lucirse ante los superiores. Lo hacía con su actitud y con la hoja de méritos que presentaba ante el monarca. Eso generaba en la Plaza Mayor o la Plaza de la Villa unos corrillos de gente hablando de sus aventuras y de sus gestas. El ambiente tuvo que ser increíble. Además, no debemos olvidar que personajes como Alonso de Contreras, que vivía cerca de la actual chocolatería de San Ginés, volvía a Madrid después de haber visto mucho mundo y con una concepción de la sociedad diferente. Todo eso lo transmitía entre la población.

¿La población veía a los soldados como sucios desarrapados o como héroes que regresaban de la lucha?

Cuando estaban en Italia o en Flandes eran vistos como un mal necesario: aquellos que defendían los territorios, la forma de vida y las creencias de la sociedad. Eran los hombres que traían problemas. Y es normal, porque la convivencia provocaba (y provoca) conflictos. Rompían la cotidianidad de la gente, en cierta forma. Pero, según he podido estudiar, también inspiraban respeto porque eran los garantes del honor. La defensa del rey y de la religión formaban parte del rol del combatiente. Por eso, la población se sentía orgullosa de que aquellas gentes hubieran luchado en Flandes frente a los calvinistas o en Italia contra los turcos otomanos.

Augusto Ferrer-Dalmau

¿Sucedía lo mismo fuera de España?

Siempre digo que hemos analizado a los soldados como un ente alejado del mundo; unos seres extraños. La realidad, en cambio, es que eran un agente más de la época. Un militar que llegaba a Flandes curtido en mil batallas tenía una buena posición de cara a la población civil. Eso atrajo a muchas mujeres locales y provocó un aumento en los matrimonios. Además, al ser posesiones de la Monarquía Hispánica las relaciones eran cordiales. Se ha estudiado todo lo negativo, pero no esa globalización.

En las recreaciones es posible ver a ‘soldados’ de uniforme impoluto y a otros que apuestan por ensuciar sus vestiduras. ¿Cuál de las dos instantáneas es más real?

Es complejo. Desde el punto de vista teórico tenemos a cronistas como Sáncho de Londoño que nos explicaban que el soldado iba al combate hecho un pincel. Lo hacían así porque podían perder su bagaje y debían portar lo mejor en la batalla. Esta idea es corroborada por la imagen que se presenta en los cuadros, donde es posible verles con muchas joyas. Sin embargo, también existen otros tantos historiadores que nos hablan de las complicaciones de la guerra y que nos dibujan a un hombre con ropas raídas o viejas. Esa segunda opción es también válida. Al final, es difícil encontrar un punto medio porque ambos son ciertos. Una realidad en la que suelo insistir es que es imposible recrear aquellos días al cien por cien, porque depende mucho de la situación. No es lo mismo estar en una trinchera en Breda durante dos meses, que al inicio de un asedio.

¿Cómo era la higiene de los soldados de los Tercios?

Tenemos una imagen muy equivocada de lo que fue la higiene en la Edad Media y en la Edad Moderna . La realidad es que era diaria. Los soldados, por ejemplo, aprovechaban mucho los ríos. Si trasladásemos sus costumbres en lo que a limpieza se refiere a la actualidad serían insuficientes, pero, para la época, eran más que aceptable. Solo tenemos que basarnos en las representaciones de la época. En los cuadros se les muestra limpios. Y hay que tener en cuenta que sucedía lo mismo que con la ropa. No era lo mismo estar en el campamento, donde disponían de agua para lavarse, que en un asedio donde escaseaba el líquido elemento.

¿Se usaban perfumes?

Es factible. Al menos, entre la gente pudiente. También se aprovechaban las hierbas aromáticas para hacer ungüentos. Un ejemplo es que en las galeras se usaba el romero para favorecer el buen olor.

¿Cómo está la situación de la recreación de los Tercios en España?

Está tomando muchísima forma en los últimos años en España. Eventos en Jaca , Lerma … Todo este mundo es una parte más de lo que rodea a los Tercios. Si por algo nos caracterizados '31 de Enero Tercios' es por combinar todos y cada de los factores que consideran clave a estas unidades: historia.

Volviendo al evento… ¿Hay precio de inscripción?

Testimonial y por gastos de organización. Cinco euros por asistir a las cuatro mesas redondas, a las diferentes actividades y a los versos de Garcilaso. Quince si se incluye una comida de época.

¿Comida de época?

Disponemos del apoyo de recreadores que estudian el tema de cómo era la comida de la época. Es difícil saber la receta exacta, pero en el Quijote se mencionan, por ejemplo, las migas, duelos y quebrantos. Y las variaciones son mínimas con respecto al día de hoy. Nosotros contaremos con ese plato el día de las jornadas. También podemos conocer las costumbres de entonces gracias a cronistas como Alonso Vázquez. Él especificó, por ejemplo, que los flamencos solían beber cerveza, mientras que los españoles preferían el vino. Hay que ir buscando esos detalles para hallar esa información.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación