El ácido humor de Lord Byron, cuando se burló de una bizca
Durante un paseo el poeta inglés fue objeto de chiste de una aristócrata a causa de su cojera, a lo que el romántico le respondería ingeniosamente
El Romanticismo -muy lejos de ser la «empalagamiento» de los amantes- inició desde el tormento existencial del poeta Lord Byron (1778-1824). El escritor inglés daría el primer disparo a esa generación de artistas ; que han mostrado la otra esencia del hombre, la de aquel que no solo ansiaba conquistar, si no ser liberado.
Desde finales del siglo XVIII el Romanticismo, iría empapando a Europa hasta las primeras vanguardias del siglo XX ; a través de cuya expresión se han roto diversos tabúes, y revelado nuevas facetas de estar vivo: a través de los sentimientos.
La melancolía se ha enfrentado al viejo precepto de la «afirmación» masculina , derrocándola. Pues el hombre no sólo es la fuerza bélica, o la sabiduría durante las treguas. Esta corriente no solo serviría como un espejo entre la persona, las emociones y sus preguntas existenciales. Asimismo invitaría a la reflexión sobre la reconstrucción de la identidad de los pueblos. Es decir, las premisas del Romanticismo ayudaron a gestar y a alimentar a las emancipaciones de los diferentes reinos.
Los versos tristes de Byron ayudaron a romper con el imperialismo, dejando huella el plano político y socio-cultural.
Lord Byron, quien sentía admiración por la Antigua Grecia , sentía una profunda pena al ver los esfuerzos de las incontables sublevaciones helénicas contra el Imperio otomano -desde la caída de Bizancio en las manos de los turcos (1453)- reducidos a la nada. Por esta razón, el romántico se involucraría en la guerra de independencia griega -con el apoyo del Reino Unido -.
Sin embargo, su pluma no alcanzaría a escribir sobre la gloria helénica -con el Tratado de Adrianópolis (1829) -, pues la vida de Byron se apagaría seis años antes de la rendición otomana .
La sangre que no perdió en la batalla se la quitarían los supersticiosos «médicos» ; quienes creían que solo así se recuperaría de la debilidad de su estado, tras sufrir graves ataques de epilepsia.
El «escandaloso» poeta
Al parecer el estilo de vida de Lord Byron aterrorizaba a la sociedad inglesa de su época, tremendamente «puritana» . Quien efectivamente era un tanto original y a veces sentía verdadera pasión por desafiar al sistema.
Lord Byron era cojo a causa de una malformación, que le impedía caminar correctamente. Y aunque al principio parecía incomodarle, después lo usaría como un sello distintivo
Su agitada vida amorosa y excéntricas ocurrencias lo orillaron a una fuerte inestabilidad financiera y emocional. Sin embargo eso lo conectaría todavía más con sus sentimientos y pensamientos; brotando ese don innato para la expresión literaria.
Afortunadamente hoy la grandeza ya no va necesariamente ligada al orden, ni a la rectitud; aprendiendo a valorar al artista por su obra y no por los estigmas de la profesión. De esta manera, se ha permitido que la humanidad herede de él sus versos tristes; aquellos que rompieron con el imperialismo y que han marcado en el plano político y socio-cultural.
El cojo y la bizca
Muy a pesar de esa visceralidad emocional, y de la melancolía que lo atormentaba. Lord Byron tenía cabida para un gran sentido del humor ; para unos cruel y para otros ingenioso.
Pancracio Celdrán , recoge en su obra «Anecdotario Histórico» el ingenio del poeta y la elegancia para cerrar un duelo verbal con sus enemigos, vistos en un encuentro con una aristócrata muy cizañera. Lord Byron padecía cojera por una malformación en un pie, lo que le impedía caminar correctamente. Y aunque al principio parecía incomodarle después lo usaría como un sello distintivo; pues aseguraba que caminaba más rápido que cualquier otro.
«El romántico autor inglés sufría mucho por aquel defecto físico, que le restaba prestancia y hacía su andar menos gallardo de lo que él hubiera querido. En cierta ocasión la ocasión la duquesa de Devonshire, muy hermosa, pero bizca, quiso gastarle una broma con su juego de palabras y le preguntó: «¿Cómo andáis hoy, Lord Byron?», y dejaba asomar una sonrisita irónica por la ventana pícara de sus ojos. Entonces, el poeta, fingiendo una tranquilidad que no sentía, le contestó: «Señora, ando como vos veis: muy mal». Y también él dejó que en sus ojos se dibujara la chispa de la ironía».
Epilepsia, el fin de sus versos
Durante sus últimos días Lord Byron luchó contra la muerte en Mesolongi , primero contra los turcos y luego contra los «remedios médicos», quienes lo sangraron para que se recuperara de los ataques de epilepsia.
«Se quejó de estar agitado, y, pidiendo algo de sidra, bebió de ella; luego de lo cual se observó un cambio aún mayor en sus rasgos, se levantó de su asiento, pero no pudo caminar y, después de avanzar un paso o dos, cayó en los brazos del señor Parry. En otro minuto, sus dientes estaban cerrados, su habla y sus sentidos se habían ido, y estaba sufriendo fuertes convulsiones. Tan violentas, de hecho, fueron sus luchas, que requirió toda la fuerza tanto del Sr. Parry como de su criada Tita para abrazarlo durante el ataque. Su rostro también estaba muy distorsionado», relató Thomas Moore (el destacado biógrafo de Byron) en su obra «Life, letters and journals of Lord Byron».
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