LAURA L. CARO/CORRESPONSAL. JERUSALÉN Acantonado en el Palacio del Gobierno de Beirut, donde permanece día y noche junto a varios miembros de su Gabinete rodeado de fuertes medidas de seguridad, el primer ministro libanés, Fouad Siniora, volvía ayer a alzar la voz para denunciar el complot de un «golpe de Estado» por parte de su gran opositor y líder de Hezbolá, Hasán Nasrallah. El artífice del triunfo divino de este verano contra Israel, que con un sólo llamamiento a la unidad de los musulmanes -lanzado el jueves ante las masas reunidas hace ya siete días en una inmensa sentada en la capital-, logró que ayer los suníes se unieran a sus incondicionales partidarios chiíes en una multitudinaria oración de viernes en la que se reclamó la renuncia del actual Ejecutivo.