a Francfort/Hay años que es mejor no levantarse. Michael Owen puede dar fe de ello. Ayer abandonó la concentración de Inglaterra y se marchó a casa sin conocer exactamente cuántos meses le tendrá alejado de los terrenos de juego la lesión que sufrió el martes, en el primer minuto del partido contra Suecia. El suyo es el primer percance grave del Mundial, pero no para el jugador del Newcastle, que ya sufre la segunda del curso. El 31 de diciembre, en un choque con su compañero de selección Robinson, se fracturó el metatarso y ha llegado a Alemania más que justo. Pero la lesión de Rooney y la falta de delanteros -Eriksson ha incluido a un chaval de 18 años, Walcott, que ni siquiera ha debutado-le obligó a forzar. Owen ha tenido que ser incluso titular a pesar de que sólo ha jugado 359 minutos en lo que va de año. O lo que es lo mismo, seis partidos, sólo uno completo, el amistoso contra Jamaica (6-0) el 3 de junio en el que marcó su único gol de 2006. Criticado por su estado de forma, antes de lesionarse él solo el martes, en una acción en el que se le giró la rodilla, el delantero comenzaba a estar en entredicho. Había sido sustituido en los dos partidos (50 minutos contra Paraguay y 58 contra Trinidad y Tobago) y muchos eran los que pensaban que con la vuelta de Rooney pasaría al banquillo. No fue así contra Suecia. Eriksson le prefirió antes que a Crouch. Precisamente la presencia del larguirucho del Liverpool a su lado, como compañero de ataque, puede haber influido en el escaso rendimiento de Owen antes de lesionarse. Lo suyo es jugar a ras de suelo y con balones largos, en profundidad y la presencia del gigante hacia que el equipo jugara por alto y él tenía que estar pendiente del rechace o la segunda jugada. «No me han puesto ni un sólo balón propicio para el remate en los dos partidos. Yo no tengo la culpa. Hago lo que puedo y no me pueden echar la culpa del mal juego del equipo...». Decía antes del encuentro contra los suecos. Ahora ya verá el Mundial por televisión. David Beckham, en el descanso del partido, al enterarse de la grave lesión de su amigo y compañero en el Real Madrid, gritó a todo el equipo que tenían que ganar el Mundial por Michael. «Si estamos en la final de Berlín volveré con vosotros», contestó el ex delantero blanco, entre lagrimas.