Crítica
Sonámbulo: En la búsqueda está el éxito
Este establecimiento enarbola como nadie la bandera del producto de primer nivel
Alguna vez nos hemos preguntado cómo llegan esas piezas de pescados y mariscos a los expositores de nuestros restaurantes. Excelentes gambas rojas almerienses, urtas del estrecho o alistados de Huelva son algunos de los productos del litoral andaluz, que por arte de magia llegan cada mañana a las puertas de bares y restaurantes. Y la verdad, que poca magia y mucho trabajo hay detrás de esa selección de producto: miles de kilómetros recorriendo cada una de las lonjas andaluzas, interminables jornadas que en ocasiones son infructuosas y desesperantes, expuestas a la suerte de una caprichosa naturaleza que, igual que nos abastece de un día para otro, nos priva de estos maravillosos manjares. Pues este es el cometido diario de Alberto Monzón uno de nuestros proveedores de pescados y mariscos más conocidos de la provincia de Cádiz.
Alberto, desde hace muchos años surte de esas raras piezas de pescados y mariscos a un gran número de los restaurantes más importantes del país. Un enorme trabajo movido por la pasión y basto conocimiento que Alberto derrocha en alguna que otra conversación que este servidor ha tenido la suerte de compartir con él. Pues como si fuera poco, allá por septiembre de 2021, se hizo cargo, junto a su esposa Mónica García, del restaurante Sonámbulo uno de los referentes gastronómicos de la capital gaditana situado en Plaza Candelaria.
Este establecimiento enarbola como nadie la bandera del producto de primer nivel y, conociendo a sus propietarios, la parte marina de su carta está bien respaldada, pero ¿si nos quitamos las aletas y nos pertrechamos las botas? Pues, en este aspecto tampoco se presupone bajada de nivel ya que cuenta con algunos de los cortes de carnes y razas más gourmet del país. Muestra de ello, la cámara de maduración que nos recibe a la entrada al restaurante repleta de lomos altos y entrecots. Sonámbulo es un restaurante de corte informal, de decoración industrial, pero de ambiente muy acogedor. Su carta, como he comentado antes, se basa en el producto de cercanía y temporada, cocina mediterránea con algún que otro toque internacional. Como las navajas con las que comenzamos nuestro menú, producto local acompañado de una emulsión de jalapeños y manzana verde, espectaculares estas navajas y esa salsa con un picante muy medido le aportaba ese punto de rock and roll tan necesario.
Seguimos con unas alcachofas a la brasa, sojamiel, yema de huevo y papada ibérica. Muy buenas estas alcachofas, un producto que no es tratado normalmente bien, pero en este caso tenía muy buen punto de cocción en brasas. Pasamos a uno de esos platos en los que se presiente la mano de Alberto detrás de la consecución de un corte tan exclusivo como la parpatana de pez limón, y más del tamaño de la que tuvimos el placer de dar buena cuenta. Buen trato en la parrilla y para qué más la calidad del producto, que habla por sí sola.
Para terminar nuestra parte salada del menú, nos decantamos por el tataki de atún rojo de almadraba sobre tuétano asado y salsa de setas. Perfecto final al que le faltó un punto más al tuétano, pero nada que un par de minutos más al fuego no arreglasen y listo para seguir disfrutando.
De la parte dulce de la carta de Sonámbulo, me llamó la atención su arroz con leche, elaborado con leche de coco infusionada a la forma tradicional con cítricos y especias. Una leche que le daba un plus de cremosidad al plato, la verdad que muy rico este postre.
El restaurante Sonámbulo, por su notable producto y su buen hacer, se reafirma como una de las opciones culinarias más fiables de la capital gaditana y sin dejar atrás un servicio experimentado y con buenas maneras.