Opinión
La tiranía de la reseña
Cuando visitabas una nueva ciudad nos preocupábamos de preguntar a nuestros amigos o compañeros de trabajo de “donde se come bien allí”
En los últimos tiempos las nuevas tecnologías han aportado y nos han incitado, en tiempo récord a una forma de vida totalmente diferente a la que estábamos acostumbrados. Cuando visitabas una nueva ciudad nos preocupábamos de preguntar a nuestros amigos o compañeros de trabajo de “donde se come bien allí” y, por ejemplo, si descubríamos una nueva apertura nos sentíamos por un momento como Indiana Jones contando a nuestros seres queridos ese gran hallazgo. Pues, lamentablemente todo esto ha cambiado, intercambiando este trato personal a golpe de clic y encomendando nuestro sustento a San Google o al Beato Tripadvisor , nuevos tiempos que simplifican extremadamente la búsqueda de cualquier tipo de establecimiento, guiándonos por una suerte de reseñas que una generosa comunidad internauta nos ha dejado contándonos sus experiencias, para que nuestro disfrute sea máximo. Pero, os habéis preguntado, ¿qué fiables son estas calificaciones?
La reseña, ese bien preciada, as en la manga y espada excalibur del consumidor, cuantas veces habremos escuchado en la mesa de al lado esa célebre frase usada de forma tiránica cuando algo según nuestro criterio no es de nuestro gusto y usada sobre un desarmado y ya abatido camarero de “no se preocupe usted, ya haré mi comentario en redes”. Y, la verdad, que es así detrás de muchas reseñas positivas que se encuentran en cualquier medio digital se esconden esos comentarios ventajistas en la que un comensal desairado se puede convertir en un día en crítico gastronómico y valorar el servicio, la comida y el ambiente.
Haciendo un poco de trabajo de campo he estado buceando un poco en la reseña negativa que podemos encontrar de cualquier restaurante y la verdad que no tienen desperdicio. Desde la que critica, cito textualmente “reservé en la que me dijeron que era la zona más barata del restaurante que era la zona de barra y es que literalmente es en una barra con las molestias que eso me ocasiona”. O el otro que no tiene bastante con calificar su experiencia que valora también la de la mesa de al lado “pues mi experiencia fue un desastre, pero a la mesa de al lado por la cara que tenían tampoco les estaba yendo muy bien”. Y el que cual entrenador retirado ordena el personal del establecimiento “no entiendo como solo puede haber dos personas en terraza y cinco en sala, deberían de compartir un poco más y sacar a un camarero más fuera”. Pero es que no somos conscientes de lo que se escribe en estos medios, mal usándolos como objeto de venganza a un servicio mal entendido o trasladando un criterio que no tenemos comparando un huevo con una castaña. Declaraciones públicas sin control ninguno por el medio que las publica y azote de una hostelería ya castigada por la falta de personal y la empatía de algunos clientes. Cuando digo que no hay control ninguno en la publicación de estos comentarios no lo digo de forma baladí, al final de este articulo os daré el ejemplo perfecto. El control es nulo y se ajusta a un “Google no verifica las reseñas, pero comprueba si hay contenido falso y lo retira cuando lo identifica” y Tripadvisor te hace certificar que su opinión está basada en su propia experiencia , que refleja lo que realmente pienso sobre este restaurante, que no tengo ninguna relación…etc,etc… Una suerte de registros para eximir cualquier responsabilidad de unas declaraciones que en algún momento les habrá traído algún problema legal.
Porque qué pasaría (atención, abro debate) si los establecimientos pudieran valorarnos a los clientes, con unas calificaciones por ejemplo de Educación, la señora Antonia P. no tuvo la decencia de dar los buenos días a la entrada al establecimiento y estuvo dando voces y llamando a nuestro personal con silbidos como si fueran mascotas.
Seriedad, el señor Antonio J. nos dejó colgada una mesa para 10 sin avisar previamente. Criterio, el señor Juan R. no tiene ni idea del producto que pide, nos ordenó una anguila ahumada y cuando llegó dijo que no la quería que creía que la anguila eran esos bichitos que ponen salteados con huevos.
Puedo asegurar que si esto fuera posible, las demandas a estos medios les lloverían por parte de estos comensales ofendidos, difamados y acosados. Pues no entiendo la diferencia que hay entre unos y otros. Por cierto, como lo prometido es deuda os paso la prueba fehaciente de que no hay control ninguno en este tipo de comentarios . Acabo de publicar una reseña desde mi cómodo sofá en mi casa de Cádiz de un establecimiento vegano en Singapur, más concretamente el restaurante MTR Singapur en la que puntúo con cinco estrellas su cocina con unas maravillosas papas con choco y su enorme chuletón de vacuno perfecto de punto y como si fuera poco agradezco el buen trato de “LA PAQUI” en su servicio de sala. Adjunto documento gráfico de un jamón, la catedral de Cádiz y unos camarones de porreo. Y así es se publica sin ningún tipo de control.
Por eso, mi conclusión después de esta indagación en este tema es que tenemos que disfrutar más de nuestra gastronomía , ser más empáticos con quien nos la presta y en el caso en el que creamos que se están vulnerando nuestros derechos como consumidores, utilizar la vía legal para solventar dicho problema.
Ver comentarios