La Esquina de Sopranis, tapas de memoria
Para los amantes moderados del tapeo tradicional , equidistante entre las tardes con Mazinger Z y la gastofiebre actual , se agradecen estas barras en las que la idea de bar de siempre tiene un leve toque de sofisticación . Sobre todo, celebran que convivan armoniosamente , con naturalidad y sin artificios, buen producto, buena técnica y buena memoria.
La materia prima , atractiva presentación y un servicio más que correcto (magistral si anda Lara Panet por allí ese día) son ingredientes suficientes para poder disfrutar de las papas aliñás , la ensaladilla rusa y las croquetas de puchero .
Son algunas de las propuestas que ofrece La Esquina de Sopranis , y que le definen: un bar actual de siempre , aunque su oferta se esfuerce por recuperar la melancolía para colocarla junto a la cocina –más cuidada, excelsa y con más inspiración francesa – del restaurante contiguo, del mismo nombre y la misma propiedad pero para almorzar y cenar con una formalidad, unas expectativas, que aquí no son precisas. Tiene una agradable decoración con mesas altas , además de terraza en la calle del mismo nombre y en un pequeño callejón peatonal que lleva a la peculiar plaza de las Canastas e invita a entrar en el mágico y semidesconocido barrio de Santa María . Las tradicionales propuestas del imaginario tapero ‘vintage’ siguen con versión croquetera con relleno de gambas al ajillo , además de un muy buen salmorejo de tomates asados .
Para los amantes de los quesos cuenta con un apartado de ‘hechos en Cádiz ’, de El Gazul , El Bosqueño o Payoyo . Curioso el carpaccio de portobello , quizás escaso de condimento, pero que gustará a los amantes de las setas sin más, o los ravioli rellenos de pisto , además de la carrillada glaseada en su jugo y parmentier. Esta última, totalmente aconsejable.
La Esquina de Sopranis mantiene además la magnífica tradición de la pizarra , donde el cliente puede conocer sugerencias o platos del día , como los guisos de menudo o garbanzos con langostinos . Agradable y mejorable la oferta de vinos , los de Cádiz y los que no.
En la carta, de marcado carácter gaditano , no faltan las frituras , con productos según mercado, como los chocos, salmonetes, puntillitas y las muy cuidadas pavías de merluza , con una buena fritura escasa de aceite en lo cuantitativo y sobrada en lo cualitativo, como debe de ser. Hasta fue uno de los primeros locales en recuperar el ya omnipresente dobladillo (un montadito local, con caballa, una rodaja de tomante y algo de mahonesa) asociado a la infancia de los actuales cuarentones y cincuentones .
La Esquina de Sopranis cumple su objetivo de refrescar la memoria y despertar el deseo de los melancólicos por disfrutar de las tapas de toda la vida sin renunciar a usar la muy mejorada materia prima de la actualidad, la evolución técnica . Lo mejor de dos mundos o de dos tiempos .
Aún más recomendable, pero en otra liga, es el restaurante Sopranis , el hermano mayor de éste, con una carta mucho más elaborada y que busca palabras mayores. A menudo las consigue. Prueba de ello es que por quinto año consecutivo ha conseguido el galardón BibGourmand de la Guía Michelin . Pero de eso ya hablaremos otro día. Hoy quedamos en que íbamos de tapas .
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