En Jerez
Traziego: Una forma de tapear diferente: evolución en la cocina tradicional
En Traziego, la calidad y el precio hacen una buena combinación
Para los desconocedores del vocabulario vitivinícola, el trasiego es el cambio del vino de un recipiente a otro. Según sus creadores, “con la Z queremos transmitir la defensa de nuestra manera de hablar y de ser , ligada a nuestra comida. Cocina de producto, sabores de la tierra con nuestro toque personal”. En definitiva, Traziego es cocina tradicional con toques creativos.
Este nuevo proyecto, en una de las zonas de moda de Jerez de la Frontera , nació hace aproximadamente un año, con vocación de abrir todos los días de la semana ininterrumpidamente desde la 8 de la mañana con los primeros desayunos hasta las 24 horas con las últimas cenas.
La carta, bastante extensa y variada, comienza con una selección de entrantes, “ Para abrir boca ”, como la ensaladilla de gambas, el salmorejo con espuma de queso y caballa o el cuscús con huevas aliñadas. Junto con una selección de tostas, “ Panes ”, como la tosta de carne mechada con queso curado y salsa gaucha, el pan Bao de calamares fritos con alioli de cilantro, o la mini hamburguesa de retinto con patatas Deluxe.
Después, para elegir según tamaño, tienen: tapa, media o ración de platos típicos como las berenjenas con salmorejo y mayonesa de miel, las patatas bravas de la casa, o una de las creaciones de la casa, el taco de carrillada con aguacate, salsa de yogur y cebolla morada.
También cuentan con ensaladas, “ De la huerta ”, y frituras, “ Siempre frito ”, así como arroces, pescados y carnes. Dentro de ellos, el que mayor éxito está cosechando es el arroz socarrat de puchero con su pringá por lo alto. En pescados se puede elegir entre el atún de almadraba o el bacalao. Y, en carnes, tiene el clásico jerezano: el aneto.
Por último, en cuanto a los postres , que son propios, destaca la tarta de limón.
En nuestra visita a Traziego intentamos probar una variedad de sus nuevas creaciones, pero debido a la contundencia de los platos no pudimos ir más allá de los llamados entrantes.
Así, comenzamos con la típica ensaladilla de gambas para hacer el primer test de la cocina. Estaba cremosa y muy fina, y, ciertamente, llevaba sus gambas, así que podemos decir que volveríamos a pedirla.
Después seguimos con sus patatas bravas de la casa , las cuales llevaban mayonesa y tomate con algo de pique, en su justa medida, ya que se apreciaba perfectamente pero no saturaba. La patata estaba en su fritura exacta, algo que no se consigue habitualmente, ya que muchas veces se quedan como “pochas”. Así, podemos decir, que si los dos entrantes estaban para repetir su presentación no fue menos, dándole su toque de esmero, pero dentro de lo tradicional.
Decidimos continuar probando el taco de carrillada con aguacate , salsa de yogurt y cebolla morada. Y nos encontramos con un plato jugoso, debido fundamentalmente a la salsa de la carrillada, donde la el guiso estaba muy equilibrado y la carne perfecta. El toque de lima le daba su punto perfecto.
Para seguir con la dinámica de la carne, decidimos probar la mini hamburguesa de retinto con patatas Delux e. Decir que el punto de la carne era perfecto para nosotros, poco hecho, de modo que pudimos apreciar la textura y el sabor de la misma. Estaba muy jugosa. El pan crujiente que la soporta le daba su punto. El tamaño del plato era contundente, sin llegar a ser una hamburguesa normal pero muy por encima de las llamadas minihamburguesas que vemos habitualmente en los supermercados. El único “pero” que tuvimos es que las patatas Deluxe vinieron algo quemadas, por no decir muy quemadas.
Por último, pedimos el famoso pan Bao de calamares fritos con alioli de cilantro , por ser algo distinto. Es el típico bocadillo de calamares fritos, pero con un tipo de pan más blando y exótico. La construcción de este plato estaba conseguida porque, además, el toque de cilantro le daba su punto.
En cuanto al postre, sabiendo que todos eran hechos por ellos, nos dejamos aconsejar y decidimos probar la tarta de limón. La primera impresión fue su textura, que era igual que las tartas de queso. Tenía un sabor muy intenso a limón y a leche condensada. El dulzor estaba en punto justo y estaba aderezada con nata montada y salteada de pipas de calabaza. A los que le gusta este tipo de sabores disfrutarán seguro. Era contundente y con una presentación algo elaborada, bien presentada.
Nos dejamos muchos otros platos sin probar, pero, sin duda, volveremos a visitar Traziego para seguir degustando su menú, esperando que como mínimo sea todo igual de bueno que fue cuando lo visitamos en esta primera vez.
Traziego es el típico bar restaurante nacido estos últimos años donde la calidad y el precio hacen una buena combinación.
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