Hasta el pasado mes de septiembre, las únicas referencias que existían del fútbol caboverdiano allende sus reducidos dominios respondían a nombres propios como Nani, Eliseu, Gelson Fernandes, el díscolo Manuel o el inolvidable Henrik Larsson, aunque en este último caso se debiera a su padre, originario de este archipiélago lusófono integrado por 15 islas e islotes y situado a 570 kilómetros de la costa occidental africana.