Miles de aficionados se congregan en los alrededores de ese espectacular y moderno templo del fútbol. Su imponencia y carisma no pasan por alto. Se trata del tercer estadio más grande de Inglaterra y sus características, típicas de la tradición de Highbury, son inconfundibles. Es una sensación peculiar. Numerosos detalles evocan el recuerdo de la vieja casa gunner; de memorables tardes de fútbol, para muchos, mágicas e irrepetibles. Sin embargo, las exigencias por adaptarse a los nuevos tiempos obligaron a dejar a un lado la nostalgia para construir un ambicioso recinto que condicionó el futuro del conjunto menos inglés de las islas. Y, con el paso del tiempo, la esencia de uno de los mejores equipos de la historia de la Premier se perdió en los muros del antiguo estadio del Arsenal, símbolo de triunfos y épocas gloriosas.