Tengo que confesar que ando agobiado delante del ordenador. He escrito mucho en mi vida pero siempre me ha costado encontrar la fórmula adecuada para el primer día, para la primera vez. Mis escritos se han quedado generalmente protegidos dentro de una liberadora carpeta de ordenador; de lecturas y juicios ajenos a mi pensamiento y que pudieran desenmascarar mi estado anímico o mi personalidad cambiante.