Concentrados en el Hotel Hilton de Malabo, a pocos metros del aeropuerto internacional, los jugadores ecuatoguineanos viven en una burbuja, blindados entre lujos y ajenos a la realidad del país. Allí esperan la visita más importante de la historia del fútbol local: la llegada de España, antigua colonia y portadora de la última estrella que le acredita como campeones del Mundo. "A nosotros nadie nos ha dicho nada, no tenemos ni idea, lo hemos visto en algunos medios y nos ha sorprendido, pero no nos lo han comunicado por ningún conducto oficial de la Federación", asegura David Kily, jugador del niña e internacional con Guinea Ecuatorial.