Hay una constante en la información deportiva en nuestro país que produce a la vez lástima y rabia. Y es la poca o nula atención que le prestamos a las deportistas femeninas españolas. El desequilibrio social y de atención que existe entre lo que gana y lo que aparece en medios un deportista hombre y una mujer es abismal y casi incomprensible.
Los 106×70 de un campo de fútbol son iguales para una mujer que para un hombre. Los 3,05 del aro de baloncesto están a la misma altura. Los 100 metros lisos tienen exactamente el mismo número de centímetros, y por alguna razón nos comportamos como si eso no fuese así.