Bárbara Rey detalla la violencia sexual que vivió con un realizador de TVE

La vedette rompe con su imagen de mujer fatal y recuerda el acoso sexual que sufrió

Bárbara Rey revela cómo se enamoró Don Juan Carlos de ella

Bárbara Rey telecinco

Antonio Albert

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Se me atribuyen muchísimos hombres, como si yo fuera por ahí comiéndomelos con patatas fritas. Bueno, si al menos fuera así, porque a mí las patatas fritas me encantan. Más que los hombres,» sentencia una Bárbara Rey que vuelve a mostrar cómo el acoso marcó su carrera profesional. En el documental 'Una vida Bárbara' viajamos a los años dorados de 'Palmarés', el programa de TVE que la consagró como presentadora. «Yo no me insinué más allá de lo normal», se excusa el realizador, como si hubiera una 'normalidad' en ese tipo de trato en una relación laboral.

El recuerdo de la vedette es muy diferente: «Tuve que pararle los pies en más de una ocasión. Me decía cosas muy feas, incluso en directo, por megafonía. Eras cosas muy desagradables.» La cosa llegó más lejos. Un día, según ella relata, el realizador le metió mano por debajo de la blusa y le agarró el pecho: «Se me saltaron las lágrimas del daño que me hizo. Me levanté, le di una bofetada y me marché del control. Me tuvo castigada tres o cuatro semanas sin hacer el número musical.» A Enrique le gustaban los planos del pubis de Bárbara, que usaba como cortinillas y transiciones.

A pesar de las tensas relaciones, volvieron a coincidir, esta vez en el cine: «No tengo buenos recuerdos de él, pero me pareció una oportunidad increíble para el colectivo LGTB.» Marí Maqueda dirigió 'Me siento extraña', una película de corte lésbico en la que también participaba Rocío Dúrcal. Ambas protagonizaron una escena muy subida de tono; en la cama, desnudas, entregadas a un amor casi prohibido en aquellos años: «Solo por ver a las chicas de rodillas, agradecidas, mereció la pena hacer esa película.» La cinta supuso el fin de la carrera de la Dúrcal. Bárbara recuerda que Rocío sufrió un extraño accidente en la bañera: se rompió la mandíbula y cambió todos los planes de rodaje. «Ella me contó lo que realmente le sucedió. Ni lo conté ni lo contaré jamás», asegura mientras deja en el aire la sombra de una duda.

Su romance culé

En el amor no tuvo buena suerte. Durante el rodaje de 'La viuda andaluza' conoció a Carles Reixach, jugador del Barcelona. La invitó a una comida junto a Serrat y así nació el amor. Fueron de viaje por Europa y, al terminar la película, Bárbara decidió alquilar un piso en la calle Muntaner: «Para ir a Barcelona y no tener que ir a un hotel para estar juntos. ¡Porque estábamos juntos! Y le quería muchísimo.» Un día que jugaba en Madrid, Carles le pidió ir a tomar algo a 'Cerebro', una sala de moda, acompañados de otros dos jugadores. Un paparazzi les descubrió y hubo un altercado. Los culés tenían una razón de peso: «Es que nos hemos escapado de la concentración y eso está prohibido. El 'míster' nos va a echar la bronca,» recuerda Bárbara: «Y yo, como una imbécil, les seguí la corriente. Y luego me pusieron de Mata Hari para arriba, como si estuviera destruyendo al Barcelona. Siempre que pasa algo malo, la culpa es mía.» Reixach pasó 200.000 pesetas de la época, una fortuna, y fue sancionado por el club. Tras el escándalo, le pidió que se dejara de ver una temporada: «Entonces me encontré con un reportaje en 'Lecturas' donde salía con su novia, con la que se iba a casar.» El jugador contrajo matrimonio con Silvia Itoiz, profesora. A Bárbara le hizo mucho daño: «Me tuvo liada con mentiras ocho meses

El amor de un ministro

Bárbara confiesa que su apoyo a la UCD fue por Joaquín Garrigues Walker (Ministro de Obras Públicas y Urbanismo): «Me parecía un ser extraordinario. Me trató siempre de maravilla. Estuve muy a punto de llegar a una relación muy seria con él. La pena fue que enfermó. La única persona a la que dejaban pasar fuera de su familia cuando estaba ingresado era a mí, que me pasaba horas. Pero él tomó la decisión de no volver a verme, porque sabía lo que tenía y que no iba a durar prácticamente nada porque era una leucemia galopante. Yo sé que SUMER (Su Majestad El Rey) lo sabía, y le daría rabia porque era ministro. O no. Nunca me dijo nada, nunca, nunca.» Solo tiene palabras de cariño hacia Garrigues Walker: «Mi cariño hacia él fue producto de su trato tan extraordinario. Hemos viajado en avión privado, ha venido a mi casa, no me ha escondido ni se ha escondido de nada, algo que tendría que haber exigido en mi vida a cualquier persona que estuviera a mi lado. Pero he tenido tanta falta de cariño que he permitido que me escondieran. No debiera de haberlo hecho. Lo digo como consejo a las mujeres, cualquier hombre que quiera esconderte, malo. A mí me han escondido siempre.»

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